Capítulo 23

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Katarina.

Es llegar al Palacio, que veo como Lucy desciende las escalinatas del Palacio corriendo hasta llegar a nosotros y luego de hacer una reverencia y saludarme, se tira a los brazos de Marcus. Y... Lo besa. LO BESA. Están saliendo y yo ni me he enterado. Sin siquiera pensarlo, dirijo una mirada fugaz a Julian. Ellos tienen lo que nosotros nunca podremos tener. Me rompió el corazón tener que alejarlo de ese modo. Y más que no se me acerque o me sonría como antes. Pero tenía que pasar. Tenía que alejarlo. Es lo correcto.

Entro rápido al Palacio y voy directo al Salón de Estrategia, con Julian y Marcus –que ya se despegó de Lucy– a mis espaldas. Al entrar y luego de las reverencias, les digo las nuevas buenas.

—Gente, lo logramos. Han aceptado el tratado. Pusieron ciertas condiciones pero es un gran avance.

Luego de explicarles esas condiciones, las cuales solo son que sea durante un plazo prudencial y siempre y cuando les sirva a ellos, todos me felicitan y yo no puedo más de la felicidad. Aunque es una felicidad amarga, rara y temporaria, es una felicidad al fin y al cabo.

Los primeros tres meses, el tratado se mantiene por lo menos y a pesar de que todo lo otro va mal en mi vida, al menos tengo eso. Esa pequeña victoria. Y por un tiempo, me siento como la futura reina.

Pasan los meses y el único momento en el que estoy a menos de cinco pasos de distancia de Julian, es cuando entrenamos. Mi madre ordenó que siguiéramos con aquello y tuvimos que obedecer. Sin embargo, nunca estamos solos ya. Les dije a los guardias que pueden quedarse dentro y eso hacen. Si no lo hubiera hecho, seguro que las mil y una de situaciones en donde quedamos frente a frente por el entrenamiento, hubieran terminado de otra manera. Y me odio por ello y lo odio a él por hacerme hacer ejercicios como aquellos. Lo hace apropósito, estoy segura.

Son las siete de la tarde de un día atareado de organización para el día siguiente cuando salgo afuera a recibir al Rey. La primera nieve del año, cae sobre mi sombrero y saco, y me recuerda a la primera salida con Julian. Cuando fuimos a la playa y nevaba. Se veía hermoso.

Ni bien lo veo a mi padre y lo saludo con un gran abrazo, le cuento todo sobre el gran baile de máscaras que va a tener lugar mañana en el Palacio. Hace un mes que llevo organizándolo y sinceramente, decidí hacerlo, esta vez, todo sola para poder distraerme de los sentimientos por mi guardia, que siguen apareciendo una y otra vez. En cada roce. En cada mirada. En cada sonrisa. Y me está costando horrores opacarlos.

Al entrar en Palacio, me despido del rey para que pueda ir a su alcoba y me dirijo al Salón Azul. Pero entonces, recuerdo que mi madre me dijo antes que debía ir al Pequeño Salón en donde me esperaba la banda para arreglar qué temas iban a tocar mañana. Me freno tan de golpe que Marcus y Julian chocan contra mí.

Me vuelvo hacia este último porque estoy segura que él tiene la culpa. —Puedes... Mirar por donde vas, ¿No?

—Lo siento. —Dice con la mirada baja y las manos en su espalda.

—Mírame cuando te hablo. —Él levanta la mirada y frunce el ceño por mi tono de voz.

—Lo siento, señorita. —Repite. Me exaspera que me llame así. Sobre todo hoy. Hoy ya tuve un día demasiado largo para que me hable de ese modo.

—Eres...

—Katarina Sjöberg-Shuryn. —Me interrumpe una voz potente a mis espaldas. Cuando usa mi nombre completo, sé que debo temer. —¿Qué son esos gritos? ¿Qué es esa prepotencia? Yo no te crie así.

La joya del mar ║A love storyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora