Julian.
Pasó un mes y no nos vimos más. Ni siquiera hablamos a solas. Ni nos rozamos las manos...
Intenté acercarme un par de veces pero... Ella siempre estaba con alguien. O si no lo estaba, no me escuchaba. O tocaba más alto el piano o leía en voz alta y no dejaba que la interrumpiese.
Es una locura como me paso días y noches a cinco pasos de ella y, sin embargo, es como si nos separara un océano entero.
Ella no me hablaba. Ni siquiera me miraba. Sé que estaba arrepentida de lo que habías pasado entre nosotros, pero también estaba asustada. Estuvimos a nada de que alguien nos encuentre y... Si eso pasara, solo podría significar mi muerte. Se, aunque no está escrito en ningún lado, pero sé que besarla, que siquiera desearla a ella, es un crimen. Sé que no podemos estar juntos. Lo sé desde la primera vez que me enteré que ella era la princesa. Lo sabía incluso cuando la conocí y me di cuenta que debía de tener mucha fortuna.
Empero aquello, no puedo quitármela de la cabeza. Es como si, el estar separados, de este modo, figurativamente, me hace desearla mucho más. Quererla más. Ni siquiera me deja dormir bien. Desearía olvidarla tan rápido como los sueños se olvidan. Desearía no desearla. Desearía no quererla.
Pero no me sale.
Y además... Me duele no poder hacer nada por lo que dijeron las damas de compañía sobre ella. Me culpo por no haber salido a defenderla. No sé nada sobre la verdad pero me indigna que hablen con total impunidad de ella. A sus espaldas.
No puedo creer que Katarina no las despidió con cómo hablaron. Debería haberlo hecho y se lo he dicho las veces que he podido. Pero claro, no me escucha. O hace como que no me escucha.
Como sea, hoy... Es un día feliz y tengo que dejar de pensar en mí y en el hecho de que no puedo estar con ella.
Hoy, por primera vez, ella va a salir del palacio con autorización.
Marcus toma su mano y la ayuda a subir al carruaje, y yo me muero por dentro. Cuanto desearía que haya tomado mi mano. Pero no quiere hacerlo ni por asomo.
Ya dentro del transporte, me siento frente a ella pero no la miro. Si la miro, perdería la cabeza. Más de lo que ya lo he hecho. Porque sé que esta hermosa. Está perfecta, como siempre. ¿Cómo no va a estarlo? Si se dirige afuera a un viaje inédito e incluso en el día a día, a las mañanas, ya es preciosa. Así que ahora, está más que bellísima.
Lleva puesto un vestido celeste cielo con un bordado blanco en la cintura y un terminado en el busto en forma de corazón. Pequeñas flores se extienden sobre el bordado de la cintura y a lo largo de la falda. Un collar de perlas blancas circunda su cuello. El cabello lo lleva recogido en un perfecto moño, lo que la hace verse imponente.
Esta sonriente. Muy sonriente. Podría jurar que es el día más feliz de su vida desde que la conozco. Mira todo a través de la ventana, evitando el decoro, con ojos embelesados, como si no pudiese creerse lo que ve. Lo que toca. Lo que siente. Pasa sus dedos por el marco de la puerta del carruaje y se la mira.
He dicho que no la estaba observando pero es que, aun cuando trato de no hacerlo, mi mirada se dirige a ella. A sus ojos. A su sonrisa. A sus labios. A sus manos. A su cuello.
El viaje hasta llegar al puerto va a ser de como media hora así que me recuesto contra el asiento y trato de fijar la vista en otra cosa que no sea Katarina.
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La joya del mar ║A love story
RomanceElla en la seguridad de su Palacio, no se espera que 5 años luego de un ataque de piratas, uno de ese grupo llegue como su nuevo guardia de seguridad. Debería no contratarlo. Debería... Él debería no aceptar el trabajo. Porque la odia y odia todo l...