Elena
Mi padre no solía conducir. Normalmente nos llevaba su guardaespaldas, Derrick, o algún chófer privado. Pero hoy estaba haciendo una excepción porque me había prometido que seríamos solo él y yo. No sabía adónde íbamos, pero tampoco estaba muy segura de querer saberlo. El coche estaba sumido en el más profundo de los silencios, por lo que carraspeé para llamar su atención y decidí soltar la pregunta.
— ¿Puedo saber adónde vamos, papá? —Me mordisqueé el labio inferior, sintiendo un gran alivio cuando asintió.
— A ver un combate de boxeo, princesa. Hoy debuta un completo desconocido. —Me miró de reojo, quizás esperando alguna reacción por mi parte, aunque no obtuvo ninguna.
Unos minutos después, cuando paramos en un semáforo, se giró para mirarme con una media sonrisa que se me contagió de inmediato, y se me amplió aún más cuando soltó la pregunta:
— Cuéntame, hija, ¿cómo ha ido esa presentación?
Intenté no parecer demasiado emocionada ante el tono de interés de mi padre, así que cuadré los hombros, alcé la barbilla, y comencé a relatarle los detalles más destacables que no fueran a aburrirle, sino que le hicieran sentir un poco más orgulloso de mí. Había crecido con un profesor particular en casa, nunca había ido al colegio como los otros niños, aunque eso no me había causado problemas a la hora de socializar; sobre todo porque mi padre, aunque siempre hubiera sido estricto, había estado pendiente de que me rodeara de lo mejor de la ciudad. Siempre me había consentido, aunque como él decía, nunca era suficiente, porque nada era suficiente para mí. Había asistido, junto a él, a todo tipo de fiestas y eventos junto a la gente más adinerada de la ciudad, e incluso del país. Siempre intentaba no mostrarme demasiado excitada o entusiasma, mantener las formas y la educación, porque era lo correcto; excepto con Vero, con ella sí me permitía ser un poco más yo misma.
— ¿Verónica también va a estar en el combate? —pregunté un rato después fingiendo no darle importancia cuando llegamos al aparcamiento.
— Sí, pero no vais a estar juntas —negó rápidamente y continuó hablando antes de que pudiera protestar—. Roberto tiene sus intereses y yo los míos.
— ¿Y cuáles son esos intereses, si puedo preguntar? —Ladeé la cabeza, cautelosa.
— Vas a graduarte, Elena. —Me lo recordó como si no lo supiera, pero aun así asentí—. Te necesito ya dentro de este mundo, princesa, no puedo retrasarlo más. Te di un año más para hacer ese máster porque sabía que te hacía ilusión, pero, ¿cuánto más vas a retrasarlo?
— ¿Tres meses? —pregunté con tono de súplica.
— ¿Tres? ¿Por qué? —Paró el coche, echando el freno de mano.
— Vero termina los exámenes después de Navidad y queremos ir juntas por Europa o a alguna isla... Por favor, papi. —Junté las palmas de las manos con un puchero, sabiendo que no podría negarme nada si le miraba con los ojos así de brillantes.
— Tres meses —concedió.
Sonreí, victoriosa, y me bajé del coche procurando no tropezarme con los tacones al pisar el asfalto agujereado. Mi padre también se bajó, indicándome con un gesto de cabeza que fuera tras él.
Me sentía incómoda rodeada de tíos que podían sacarme perfectamente dos cabezas de altura, anchos como armarios y con voces roncas y profundas, mezcladas con el olor del alcohol y las drogas, sumado a esto el ruido estridente de los altavoces anunciando los últimos minutos para las apuestas del primer combate de la noche, el más importante, por lo que decía mi padre. Por suerte me sentía protegida caminando a su lado, porque él imponía allí donde fuera. Miré a mi alrededor con curiosidad, hacía mucho que no venía; la luz era muy tenue, demasiado, pero sabía que todas las luces se centrarían en el cuadrilátero, con el foco sobre los boxeadores.
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Golpe de muerte - William & Elena
RomanceElena, una joven licenciada en abogacía con la vida resuelta, es la hija de Armando Ribera, rey de la mafia de Marbella. Los amigos de su padre son sus amigos y, por desgracia, sus enemigos también lo son. William King es una joven promesa en el mun...