Capítulo 29

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Elena

East Wall, Dublín, 2023.

Nunca había imaginado que llegaría a pisar Irlanda. Desde mi adolescencia, había sido un continuo «no» por parte de mi padre cada vez que organizaba alguna escapada con Verónica. Y ahora, ahí estaba, en el puerto de Dublín, a tan solo quince minutos en taxi de la casa de William. Él, mientras terminaba de cerrar su maleta, parecía serio y pensativo, como si su cabeza estuviera en otro lugar. Yo, por mi parte, estaba emocionada y deseando descubrir todo lo que me esperaba ahí fuera, porque, aunque la costa mediterránea pudiera sonar mejor que esto, para mí era algo prohibido, y cuando consigues algo prohibido, es cien veces mejor. Dos toquecitos sonaron en la puerta, llamando nuestra atención; el capitán asomó la cabeza después de que yo le diera permiso.

— Señorita Hernández, es su padre —dijo, tendiéndome el teléfono y asintiendo brevemente.

— Gracias. —Lo cogí con la mano temblorosa, porque llevaba un más de un mes sin saber nada de mi familia y, por primera vez, hablaría con mi padre—. ¿Papá? —pregunté con algo de inseguridad, mientras Will se acercaba a mí, curioso.

— Derrick —respondió con la voz ronca. Ese tono me sonaba a enfado. Muchísimo enfado—. Podrías explicarme, Elena, ¿qué demonios haces en Irlanda?

— Vamos a pasar las Navidades en casa de William —expliqué con calma—. Solo serán unos días. Navidad es esta noche, solo cenaremos con ellos, pasaremos unos días más aquí, y luego nos marcharemos. Solo unos días, Derrick, por favor —supliqué, temiéndome la respuesta.

— No salgáis de casa de William, ¿me oyes? Tu padre no puede enterarse de esto. —Soltó un suspiro, casi desesperado—. Vas a volverme loco, Elena. Necesito que seas consciente de quién eres, del poder que tienes, de lo que puede suponer que alguien descubra todo esto, maldita sea.

— ¿Cómo pretendes que sea consciente de quién soy, si nadie me lo dice? —No pude evitar saltar a la defensiva—. No tengo ni idea de quién soy, Derrick, ese es el problema, que nadie me dice quién cojones soy.

— Eres Elena Ribera, y con saber eso te debería ser suficiente para no buscarte problemas, niña.

— Ya. —Cerré los ojos unos segundos, intentando calmarme—. ¿Cómo está mi padre? —Quise centrarme en lo importante, porque no sabía nada de él. Ya tendríamos tiempo para discutir.

— Vivo, que para la situación que tenemos aquí, no es poco —gruñó—. El negocio va bien, es nuestro, ya hemos cerrado los contratos y estamos moviendo la mercancía. El resto de familias han acordado ser distribuidoras y llevarse un porcentaje. Tu padre está intentando calmar las aguas para que puedas volver, aunque eso signifique perder dinero. Pero el negocio es suyo.

— ¿Los Castellar también han aceptado? —Me sorprendí, enarcando una ceja. Will frunció el ceño, como si no le convenciera.

— Los Castellar han huido como ratas. En cuanto tu padre le propuso al resto de familias la distribución y venta del producto, no tardaron en señalarles como traidores. Están en paradero desconocido desde hace una semana, nuestro equipo está intentando rastrarles.

— Bien. ¿Los Caballero también aceptado?

— Podría decirse que son los que más contentos están. Son los que mejor están vendiendo, así que se están embolsando un buen dinero.

— ¿Y O'Connell?

— Hasta donde sabemos, William lo mató aquella noche. No hemos vuelto a tener noticias, y los rumores dicen que la bala le atravesó el cuello. Pero, aun así, Irlanda no es seguro.

Golpe de muerte - William & ElenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora