Elena
Siempre había envidiado la zona de spa de la mansión de los Sagasta, porque donde en la mía solo habían circuitos de entrenamiento y garajes con coches de todos los modelos y colores posibles, en la suya había un circuito de relajación que era como subir al mismísimo cielo: de la sauna a los masajes, de los masajes a las termas, y una pequeña sesión de peluquería y uñas que nos había dejado como nuevas. Habíamos tomado el té y unas pastas recién hechas mientras nos hacían la pedicura en la terraza con los últimos rayos de sol, y ahora estábamos con un albornoz fino y un cóctel en la mano disfrutando de la preciosa vista de las estrellas desde el jardín de mi mejor amiga, donde, por suerte, no había apenas contaminación lumínica al estar alejadas de la ciudad.
— Por cierto, ¿te dije que vi a Daniel el otro día? —Vero giró la cabeza para mirarme, llevándose la pajita a los labios para sorber de su bebida.
— No. —Intenté fingir desinterés cuando sacó el nombre de mi ex en la conversación, pero acabé sucumbiendo a la curiosidad cuando ella se quedó callada, esperando a que yo preguntara. Le encantaba hacerse de rogar—. ¿Y qué? —Me giré levemente para mirarla y ella ya tenía esa sonrisa divertida en los labios. Esa que siempre asomaba cuando sabía algo que yo no.
— Me dijo que no había manera de hablar contigo... ¿Es que no le estás respondiendo, tía? —Se pasó la lengua por los labios, conteniendo la risa—. Se ve que sigue sintiendo cosas por ti.
— No. —Me encogí de hombros, ignorando su último comentario—. ¿Para qué? Lo hemos dejado. Si quiere echar un polvo que se vaya a un prostíbulo con sus amigotes. No sería la primera vez.
— ¿Y a ti? ¿No te apetece tirártelo a modo de despedida? —preguntó con una sonrisa traviesa.
— Cielo, si quisiera follar solo tendría que dar una patadita a una piedra y tendría a veinte tíos a mis pies. —Sonreí a la vez que rodaba los ojos, negando con la cabeza. Miré la hora en el móvil: Will llegaría en cuarenta minutos.
— Pues... Esta noche es la fiesta en casa de Claudia... —dijo con un tono de voz tentador—. No te enfades, pero pensaba ir sin ti, por lo que pasó en el centro comercial. Pero Daniel va a estar... Y Víctor, que ya sabes que lo tengo en mi lista de pendientes. ¿Te vienes conmigo, nena? —Hizo un puchero con el labio inferior, sentándose en la tumbona con las piernas cruzadas y dejando la copa vacía en la mesita de cristal para unir las manos a modo de súplica—. Por favor, Leni, va a ser divertido. ¿Hace cuánto que no salimos juntas de fiesta? Además, habrá mucha seguridad, es la casa de Clau.
— Ya. ¿Y qué le digo a mi maravilloso guardaespaldas-boxeador? —Solté un largo suspiro, negando con la cabeza.
— Que te quedas a cenar y a dormir aquí. Venga ya, estará muy contento de tener la noche libre. Lo mismo acaba yéndose a un puticlub con Daniel. —Soltó una carcajada, poniéndose en pie y tendiéndome la mano con una media sonrisa—. La Elena que yo conozco no se dejaría amedrentar por un pelirrojo de metro noventa.
Verónica se estaba paseando por su vestidor mirando modelitos sin estrenar para la fiesta, mientras yo me dedicaba a escuchar las quejas de William al otro lado del teléfono, en silencio y poniendo los ojos en blanco como respuesta, esperando mi momento para contraatacar.
— Pero, ¿me lo estás diciendo en serio? —preguntó él casi con tono sarcástico, repitiendo la misma pregunta por tercera vez—. Elena, hace una semana intentaron herirte, ¿cómo pretendes que te deje toda una noche en una casa ajena? ¿Se lo has dicho a tu padre?
— Will —dije con voz suave, intentando persuadirlo como mejor sabía—, conozco a Vero de toda la vida, su padre es como mi padre, no tengo que pedir permiso para quedarme aquí. —Me di cuenta que había sonado un poco gruñona al final de la frase, y respiré profundamente para añadir algo más—. Entiendo que te cueste asimilarlo porque acabas de llegar a mi vida, pero es así.
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Golpe de muerte - William & Elena
RomanceElena, una joven licenciada en abogacía con la vida resuelta, es la hija de Armando Ribera, rey de la mafia de Marbella. Los amigos de su padre son sus amigos y, por desgracia, sus enemigos también lo son. William King es una joven promesa en el mun...