-¿Dijiste algo?- Hashed llamó a Ramón al verlo ido, al seguir la mirada de su jefe, se percató de la joven de cabellos como la zanahoria, unos grandes ojos verdes, a pesar de llevar uniforme de mesera, portaba elegancia.
-Señores, entendemos su molestia, sin embargo, no podemos hacer nada, en quince minutos será el toque de queda y debemos cumplir con la ley, por nosotros y por ustedes, nuestros apreciados clientes.- Su voz, aunque sonaba autoritaria, seguía siendo serena, casi angelical, provocando que las personas se fueran poco a poco, al no quedar nadie, sus ojos se encontraron con los de Ramón.
-¿Qué no escucharon a la señorita Ivana?- Osmar estaba caminando hacia donde estaban Ramón y Hashed, este último se puso alerta, retrocediendo un par de pasos.
-Osmar, detente.- Pidió Ivana. -Susanne me dijo que vendrían, pero no creí qué estarían aquí en estás circunstancias.
Se aseguró de que nadie estuviera cerca de ellos, por lo que Marina jaló a Hashed e Ivana a Ramón, al estar todos adentro, Osmar cerró las puertas metálicas y apagó las luces de afuera, el local quedó en la oscuridad, las ventanas también estaban aseguradas, se quedaron en silencio hasta que dieron las 8 en punto, en ese momento, Osmar tomó una tablet y activó las alarmas.
-Estamos protegidos.- Indicó.
-¡Perfecto!- Le dio un abrazo a Ramón. -¡Hace mucho tiempo que no te veía!
-¿Me recuerdas?- Preguntó, estaba dudando si debía devolver el abrazo o no.
-¡Obviamente! No eres fácil de olvidar.
-¿Se conocen?- Marina, Hashed y Osmar estaban sorprendidos por el íntimo abrazo.
-Fuimos juntos a la secundaria.- Empezó a explicar Ivana. -Antes de...- El silencio que dejó levantó la curiosidad de Ramón.
-No te fuerces, sé que sigue siendo doloroso para ti.- Osmar acarició el cabello de Ivana, mientras que Marina le daba un beso en la mejilla. -Eres una mujer muy valiente.
-No pasa nada... En fin, me alegra volverte a ver, aunque no es como me imaginé nuestro reencuentro, todo por culpa del gilipollas de Diego.
-Así que ya lo sabes.
-Susanne vino a contarme personalmente, también nos advirtió del toque de queda, estos días serán una pesadilla, perderemos ganancias, veré morir a mucha gente, los disparos serán pan de cada día.- Recostó su cabeza en el hombro de Marina. -Por cierto, te presento a Marina Donatelli, mi novia.- Reafirmó la oración dándole un tierno beso en los labios. -Y el muchacho apuesto es Osmar Sanders, mi...
-El guardaespaldas, amigo y protector de la señorita Ivana.- Interrumpió Osmar. -Y por ende, también protector de la señorita Marina.
-Es un gusto, soy Ramón Lezama.
-Y yo soy Hashed Karev.
-¿Gustan unos tragos? La casa invita.- Dijo Marina, ambos accedieron. -Voy a prepararlos. -Le dio un último beso a Ivana y fue a la barra de bebidas.
-Vaya, tienes una novia hermosa.
-Lo sé, pero dime, ¿Qué te trae por aquí?
-En realidad, quería hablar con el dueño del negocio.
-Estás de suerte... Somos nosotros dos.
Marina llegó con una charola de bebidas, ron con jarabe dulce, mojitos y un vaso de té relajante.
-Ivana y Osmar han hecho un excelente trabajo con el local, son unos dueños ejemplares.
-De eso no tengo duda.- Ramón le dio la razón a la morena, viendo el interior, las sillas de piel, mesas de cedro blanco, era sin duda un lugar hermoso. -Quiero asociarme con ustedes, Madame Cowell me dijo que tienen contactos en el bajo mundo.
-¿Asociación? ¿Para qué?
-Voy a pelear el puesto de jefe de la mafia, no seguiré siendo un jefe independiente, quiero poder, mucho poder.- Enfatizó.
-Entiendo.- Le dió un sorbo a su té. -Es muy arriesgado, además de que se necesita mucho financiamiento, parece complicado.
-Madame Cowell me dijo que podía financiarlo, pero que necesitaba un mediador, así que me sugirió al dueño de Nightwish Drink's, ya que patrocina al club y lo utiliza en ocasiones para lavado de dinero, si podemos llegar a un acuerdo con ella, será más sencillo tener arsenal, nuestro equipo sería invencible.
Por una milésima de segundo, Osmar e Ivana se miraron a los ojos.
-Creo que tenemos el acuerdo que Susanne aceptaría.- Dijo Osmar, fijando la mirada en Marina, quién comenzaba a recoger las mesas.
-No haremos eso, Osmar, sabes que Marina no quiere.- Se acabó su té. -Si debo obligar a Marina a hacer algo que no quiere, lo siento. No lo haré.- Fue a ayudar a su novia.
-¿Qué le pasa?
-Susanne le ha pedido incontables veces a Marina que sea el rostro de sus colecciones, que sea la modelo estrella, pero Marina no quiere y si ella no quiere, no la podemos obligar, así que, lamento no poder ayudarlos.
Ivana se acercó a ayudar a Marina con unas sillas, era un poco más baja que la morena, así que no le costó mucho darle un beso, contándole lo que sucedía.
-¿Es muy necesario?
-No si no quieres, sé que no te hace sentir cómoda.
-Lo haré, tranquila, hace rato estuvo a nada de convencerme, así que lo haré.
-Oh.- Sonrió abrazando a su novia. -Ramón, ¿Podemos hablar en mi oficina?
-De acuerdo, vamos.
Afuera de la oficina se quedaron Marina y Hashed, al ver que el rubio diría algo, la joven interrumpió:
-Soy lesbiana.
-Y yo gay.- Ambos rieron.
Mientras ellos platicaban, Ivana, Ramón y Osmar caminaban por un pasillo estrecho, había muy poca luz y le faltaba iluminación, llegaron a una puerta de acero plateada, Osmar abrió, dentro había una mesa de madera barnizada, con una laptop vieja, un estante con una gran cantidad de libros ordenados por orden alfabético, dos sillas de cuero negro, un asiento alto de acero y un sofá de terciopelo gris, la puerta se cerró con seguro.
-Tienes mucha seguridad aquí.
-Fue idea de Osmar, tomen asiento.- Pidió.
-Vaya, es sorprendente todo lo que han construido ustedes dos, pero, ¿por qué tanta seguridad? Tiene que ver con lo que pasó hace once años?
Hubo un momento de silencio, que le dió la razón.
-No le gusta hablar de eso, por favor, cambiemos de tema.- Pidió Osmar.
-Marina.- Llamó por un intercomunicador. -Habla con Susanne y ven a decirnos que te dijo. -Entiendo que tengas curiosidad, pero en serio que no quiero hablar de eso, no ahora.
-Entiendo, solo una pregunta más, ¿Desde cuándo eres familia de los Cananseco? No recuerdo que ese fuera tu apellido, eras la primera de la lista, era un apellido con A... ¿Águila?
-Arviza Calderón...- Dijo con nostalgia. -Tienes razón, no soy una Cananseco... Soy la prostituta de los Cananseco.
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Entre la Sombra de la Libertad ©
Teen FictionLa muerte del jefe que controla los grupos criminales más grandes de la ciudad de Sevilla abrió la convocatoria para que múltiples personas decidan tomar el puesto, empezando una caza que fragmenta a la distopica ciudad, entre ellos surge Ramón Leza...