Aliados

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Era de día, la alarma sonó a las siete quince de la mañana, indicando que el sistema se había restablecido, Ramón buscó a sus nuevos aliados con la mirada, viendo que Ivana ya había despertado, seguía sin poder creer lo que ella había vivido durante varios años, y que ni siquiera parecía expresarlo, le sorprendía su valentía y la forma en la que sobrellevaba la situación.

-Buenos días, ¿Estáis mejor?

-Claro que sí, yo siempre estoy bien.- Señaló una sartén. -Preparé algo de comer, saldremos cuando acabemos.

Después de desayunar, fueron a la parte trasera de la casa, en donde había tres Audi e-tron 2022, se subieron en una y la entrada se abrió en automático, Ramón y Hashed se dieron cuenta que salieron por otro lado, lo cual era extraño, no conocían esa calle.

-¿Dónde estamos?

-Es la calle detrás del bar, por aquí salimos con los coches.- Cruzaron por la calle del bar, Osmar detuvo el vehículo al ver la fachada de su negocio. -¿Q-qué mierda?- Toda la parte de enfrente del local tenía rastros de bombas, probablemente caseras, los locales de juntos estaban parcialmente destruidos, vidrios rotos por todos lados.

-¡Mi camioneta!- Dijo Ramón, su coche estaba destruido, en partes regadas por todos lados.

-Fue un ataque directo.- Dedujo Marina asombrada. -Es peligroso que nos quedemos aquí, aunque el toque de queda haya terminado, puede que nos estén buscando.

-Tenéis razón.- Osmar aceleró, siguiendo las indicaciones de Ramón, hasta que llegaron a una bodega abandonada de narcóticos que estaba a las afueras de la ciudad.

Marina estaba asombrada por el interior, había sofás de terciopelo, dos pantallas plasma, una mesa de billar y un área especializada para el entrenamiento con armas, en las paredes había varios cuadros, entre ellos resaltaba el de Rogelio Lezama, padre de Ramón y el antepenúltimo jefe de la mafia.

-Pasen.- Pidió Ramón.

-¿Puedo quedarme afuera? El lugar se ve maravilloso.

-Solo ten cuidado, ¿Está bien?- Le dio un beso en la cabeza.

La oficina de Ramón no era muy diferente a la de Ivana, igual tenía grandes libreros, un escritorio color vino, brillaba ante la luz del foco, tenía una silla de oficina negra y varias sillas de plástico, Hashed se puso detrás de Ramón, observando con atención a su alrededor, mientras que Osmar se ponía detrás de Ivana, viendo a sus nuevos compañeros.

-Tenéis una bonita bodega.

-Gracias, aquí vivimos, dormimos y festejamos los logros, ¿Tendráis algún problema con vivir aquí?

-No quiero ser grosera, pero no voy a vivir aquí, tengo mis casas, el negocio y no quiero dejar sola a Marina.

-Pensé que si vos entrabas, te traerías a Marina también.

-No, quiero dejar a Marina fuera de esta asociación, además con su nuevo trabajo de modelaje, estará ocupada, pero las dos no podemos estar en un grupo de mafia, te voy a ayudar a que seáis el nuevo jefe, pero eso no significa que toda mi gente se una a vos.

-¿Por qué no queréis que Marina se una?- Preguntó Hashed.

-Porque ella no pertenece a este mundo, es una persona muy sensible, que no le gusta jugar videojuegos violentos, que se detiene a curar animalitos salvajes, tiene un bello corazón y como la amo, no puedo permitir que se incluya en esto.

-Oh, ya entendí.

-Bueno Ivana, tenemos que asegurarnos de lo que le diremos a Susanne Cowell para el financiamiento de nuestro "proyecto".

Entre la Sombra de la Libertad ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora