Caroline Cananseco

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Dos días después del ataque al albergue femenino, los Fénix ya se habían recuperado de las heridas, no habían podido salvar a varios grupos de niñas, sintiéndose culpables.

Ivana era la más afectada, recordaba los momentos cuando estaba encerrada, de pronto se volvía a ver en una habitación oscura, sin tener una salida, llorando día y noche para inmunizar el dolor.

—¡Debemos rescatarlas! —Dijo despertando agitada, sudaba frío, parecía tener taquicardia, Marina despertó al escuchar el grito.

—¿Estás bien? —Le dió un abrazo, tratando de calmarla. —¿Quieres un poco de agua?

Ambas siguieron abrazándose, para que el corazón de Ivana se calmara.

Mientras tanto, en el aeropuerto, Caroline y Charly habían preparado identificaciones falsas para escapar de la ciudad, ella utilizaría el nombre de soltera que tenía anteriormente, Caroline Vascon, mientras que Charly cambiaría su nombre a Carlos Vascon, sin embargo, cuando iban entrando al área de abordaje, Caroline cruzó miradas con Ámbar, diferente a como se veía anteriormente.

Ámbar detuvo el paso, viéndola con atención, no sabía que habían sido liberados de prisión y hasta donde sabía, tenían largas condenas.

—¿Mamá? —Caminó hacia ella, con lágrimas en los ojos, Caroline no podía asegurar que fuera ella, aún así, estaba asombrada la verla.

Caroline y Charly la observaron detenidamente, incrédulos de que fuera Ámbar, la Ámbar que conocían era una expresiva rubia con un bello cabello largo, de ojos azules celestes, la joven frente a ellos tenía cabello negro que caía hasta los hombros y ojos verdes, con una mirada vacía, casi sin emociones.

—Tú... ¿Quién eres? —Preguntó sin reconocerla.

—Mamá... —Repitió abrazándola.

La mujer no supo cómo reaccionar, dudando que fuera ella, estaba tan diferente a como la recordaba, por inercia la abrazó, haciéndola sentir de nuevo un afecto eterno.

—Ámbar... —Susurró.

—Eres tú... —Iba a llorar, pero se contuvo al recordar que llevaba lentes de contacto. —No sabía que los habían dejado libres. —También abrazó a Charly.

—No es así... —Confesó. —Debemos irnos... No estamos a salvo aquí... Trae tus maletas, dejemos este estúpido país aquí.

Ámbar la apartó, dándose cuenta que estaban huyendo, vio a Charly, quién afirmó el comentario.

—Ven con nosotros... Hermanita.

Estaba indecisa, después de todo, ellos eran la única familia que tenía ahora, Andrew y Derek habían muerto.

Pero ya no estaba sola.

—No iré. —Retrocedió con tristeza. —Yo... Tengo empleo. —Confesó con temor.

Caroline parpadeó varias veces, incomprendiendo las palabras de la joven.

—Eres mi hija, debes hacerle caso a tu familia niña. —La serenidad de la mujer desapareció, ahora el tono de voz que manejaba mostraba irritación, tomando de la muñeca a Ámbar. —¡Vamos ahora!

—No. —Forcejeó hasta soltarse. —Yo no soy una Cananseco... —Retrocedió. —¡Eres una prófuga! —Revisó que el grito llamara la atención de las personas.

Unos oficiales se acercaron al oír los gritos de la joven.

—¿Pasa algo, señorita?

Ámbar vio a la mujer, que mostraba miedo, ya no pudo escapar porque estaba siendo rodeada por las personas que curioseaban la escena.

Entre la Sombra de la Libertad ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora