Insegura

7 1 0
                                    

ADVERTENCIA: CONTENIDO +18.

POV IVANA:

El día acababa de empezar, ya estaba por finalizar el mes de marzo, han pasado tres meses desde que me uní a Ramón, hemos tenido algunos pros y contras, pero todo ha sido muy divertido, a mí lado se encontraba Marina, su piel morena me enloquecía por completo, le di un beso en su espalda descubierta mientras la abrazaba por la espalda, no sé que sería de mi vida sin ella, una joven hermosa, con un bello corazón, amante de los animales y hermosa en todo sentido, soy afortunada de tenerla.

—Mmh... Vana...— Se quejó. —No me despiertes...— Volvió a quedarse dormida.

—Perdón.— Susurré mientras la soltaba para que siguiera durmiendo, es tan linda cuando está dormida, me senté en el filo de la cama, tallándome los ojos con cuidado, di un último bostezo antes de pararme, recogí el vaso vacío que estaba en la mesa de noche junto a mi lado de la cama, los duendes cada madrugada me dejaban un vaso de agua, no recuerdo la primera vez que pasó, pero fue después de conocer a Marina... O no recuerdo bien, lavé el vaso y lo guardé en la alacena. —Buenos días, Osmar.

—Buen día Ivana.— Respondió, me rodeó por la espalda, dándome un beso en el cuello. —¿Marina te da permiso?

—Anoche cogimos...— Dije entre suspiros.

—Sí, las escuché...— Continuó besando mi cuello a tal punto que empezaba a sentir erizada. —Tú sabes cuánto amo tus gemidos...— Sus manos subieron a mis pechos, masajeando con delicadeza, mis pezones ya estaban duros, mis rodillas no aguantaron más, haciendo que me flexionara con cada caricia. —¿Me detengo, Vana?

—N-no...— Respondí jadeando, obedeció, dándome la vuelta para que quedara frente a él, me besó apasionado mientras me cargaba, guiándome hacía su habitación, me dejó en la cama, en un abrir y cerrar de ojos yo ya no tenía mi blusa blanca de tirantes ni mis shorts lilas, había olvidado que no tenía mi ropa interior puesta después de haber cogido con Marina, continuamos besándonos hasta que él se quedó sin ropa, por inercia abrí las piernas, dándole entrada a mí.

—Marina no se contuvo...— Dijo viendo mis mordidas y chupetones en los pechos y abdomen. —Les haré compañía...— Empezó a morderme también.

Sus embestidas eran fuertes, su sudor se mezclaba con el mío, me aferré a su cintura con mis piernas, empecé a gritar descontrolada, maldita sea, el miembro de Osmar es tan bueno...

—Más... Más...— Pedí arañando su espalda. —No pares... No pares...

—R-ruega...

—Más... Papi... Más...— Gemí, estaba volviéndome loca con cada embestida.

—¡Buenos días!— Saludó Marina con alegría, no habíamos cerrado la puerta, que vergüenza saber que me estaba mirando siendo sometida por un hombre.

—H-hola... A-amor...— A pesar de que Marina estaba ahí, Osmar no se detuvo, siguió metiéndola con fuerza, haciendo que gritara más. —L-lo s-siento...

—No pasa nada linda, me encanta verte así...— Sonrió, acercándose a nosotros. Ay no...

Marina se quitó su bata de baño celeste, estaba desnuda, se acostó a mi lado, chupando mis pechos, ahora sí mis gritos no podían controlarse.

Soy muy afortunada...

Después de dos horas, finalmente salimos de la habitación, estaba agotada, así que me recosté en el sillón de la sala principal, está casa es una de las primeras que adquirí con las ganancias de los antros, primero surgió en Madrid, luego en Barcelona, Córdoba y Sevilla, por último vendí algunas franquicias a Estados Unidos, Francia, Italia, México, Portugal y Suecia, actualmente solo estamos disfrutando de las ganancias de los negocios y claro, obtenemos una comisión por cada traficante de niños que llega a nuestros locales. El timbre de la casa hizo que saliera de mis pensamientos, respiré un poco antes de levantarme, al abrir, ví a Jacqueline Donatelli, la hermana menor de Marina.

Entre la Sombra de la Libertad ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora