Prófugos

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Ramón y Renato estaban en la oficina principal, había una laptop en el escritorio, conectándose a Kiruna, habían decidido hablar con la familia y revelar la verdad, querían hacerlo de otra manera más personal, pero no podía dejar sus responsabilidades como jefe así como si nada.

—¡Hola mis niños! —Angelique tenía un bebé en brazos, estaba sola en casa, Rita estaba en la universidad, Cooper y Rucian trabajando.

Era una tarde tranquila. Una tarde que cambiaría por completo con la noticia que le darían.
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Días antes de que ellos hablaran con Angelique, en una celda de la prisión mas elegante de Andorra, se encontraba Caroline Cananseco, la esposa del fallecido Derek, en esa prisión se encontraban personas que tenían problemas con hacienda, por fraudes millonarios o complicidad en robos relacionados con dinero, se había llevado una profunda investigación dando como resultado que Caroline había estafado a más de quince personas por cifras de más de medio millón de euros, a pesar de ser cómplice de las atrocidades de su marido, ahora debía enfrentar una condena personal.

O quizás no...

Una mañana calurosa en Andorra, las alarmas de la Prisión Saint Angel sonaron por cada rincón de la instalación, un grupo de criminales de cuello blanco habían escapado.

—¡Búsquenlos a todos! —Ordenó el coronel a través del altavoz.

En ese grupo de prófugos estaba el ex presidente de una compañía de inmuebles, una estafadora de empresas farmacéuticas, un hombre que robaba identidades para cobrar cheques de personas fallecidas y finalmente, Caroline Cananseco.

España estaba en peligro con ellos escondiéndose.

—Iremos por tu hijo a la prisión de máxima seguridad en Sevilla. —Dijo uno de los hombres, habían robado una camioneta a unos civiles que transitaban por la carretera.

Lograron cambiarse antes de entrar a la estación del tren y escapar a Sevilla, debían disfrutar de la libertad antes de que los encontraran.

—No sé nada de Charly ni de mi niña hermosa. —Les dijo llorando. —¡Odio a Derek por llevarme hasta este punto! —Gritó cuando subieron al tren. —¡Yo jamás hubiera permitido que algo de esto pasara!

—Baja la voz, Caro. —Habló Nadia García, la otra prófuga. —Vamos a recuperar a tus hijos. —Prometió, dándole un abrazo.
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De regreso al momento donde le confesaban a Angelique que su esposo estaba vivo, la pantalla estaba en silencio, como si no hubiera nadie al otro lado de la línea, estaba todavía procesando la información, llevaba quince minutos en silencio, sin decir nada, Ramón y Renato querían darle espacio, sin presionarla, ya tenía suficientes emociones que no entendía por completo.

—¿Están jugando...? —Finalmente respondió, con los ojos cristalizados, aguantado las lágrimas pero con una sonrisa en los labios.

—No, él... Ha hablado con Ramón, todavía no lo he visto en persona, pero he hablado con él... Quiero. —Vio a Ramón. —Queremos traerte para que lo veas...

Lágrimas, de emoción, tristeza o confusión, pero aún así, había lágrimas por parte de Angelique, era un caos, no pudieron seguir hablando.

Colgó. Renato iba a volver a marcarle, pero Ramón lo detuvo.

—Dale tiempo, lo importante es no dejarla sola, ni a ella, ni a nuestros hermanos.
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Han pasado tres días desde que escaparon de la prisión, habían estado ocultos en un hotel de mala muerte, Caroline había tratado de comunicarse con los hombres que trabajaban para Derek, todavía no sabía que algunos ya no vivían o estaban arrestados.

Entre la Sombra de la Libertad ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora