Rogelio Lezama era un hombre que había nacido en 1964, creciendo en un lugar pobre de Sevilla, tenía siete hermanos, su madre lavaba ajeno y su padre era jardinero en casas de personas millonarias, en ocasiones él también iba a ayudarlo, en una de esas mansiones, conoció a un peligroso mafioso, que a pesar de ser tan sanguinario, le gustaba ayudar a la gente necesitada, el señor no tuvo hijos, vivía solo en su gigante hogar, así que le daba regalos a sus trabajadores, incluyéndolo a él.
Un día, cuando Rogelio tenía diez años, entró a una de las habitaciones del sujeto para limpiarla, había una gran cantidad de armas, maletas de dinero y algunos explosivos regados por ahí.
—¿Te interesa? —Preguntó el señor.
—La verdad sí, es tan interesante...
—Te voy a enseñar algo más interesante.
Fueron al jardín, había una gran cantidad de blancos, le dió una pistola, enseñándole a apuntar.
—Yo no sé usarla... —Contestó apenado.
—Tranquilo huerquillo. —Disparó hacía un objetivo, atravesándolo en segundos. —Yo te enseño... —Tomó sus manos, aferrándose a la pistola, ayudándole a disparar, quedó en el centro del blanco indicado, Rogelio sonrió al ver su logro, siendo felicitado por el hombre. —Tienes talento niño.
Durante varios meses estuvo enseñándole a disparar, el como crear bombas caseras y lo empezó a involucrar indirectamente con la venta de narcóticos, todo iba bien, hasta que un día, no pudo ir a visitarlo, ya que su padre había fallecido debido a una enfermedad mortal, como nunca fue al hospital, el cáncer de hígado acabó con él en menos de una semana. Había perdido un ingreso fundamental para su casa, ahora solo estaba su madre junto a sus cinco hermanos mayores y dos menores, no podía ver a su familia sufriendo por dinero, era una casa de madera, el techo de lámina, ni siquiera tenían puerta, solo los cubría una manta. No podían seguir viviendo así.
—Señor Pieck. —Llegó sucio, había estado trabajando en un taller mecánico que no respetaba su trabajo y le robaban más dinero que el que ganaba. —Como sabe, mi padre falleció hace un mes... No hay comida en la casa, mi madre trabaja todo el día lavando en casas ajenas y mis hermanos ganan poco... Usted es un hombre muy bueno y sé que mi padre lo admiraba... Necesito que me dé trabajo por favor... Puedo aprender lo que sea... Pero por favor... No me desampare usted también.
—Te ayudaré mijo, solo porque yo también admiraba al señor Lezama.
Y así empezó a acercarse más al mundo del crimen, ayudaba al señor Pieck a rastrear a los hombres peligrosos que llegaban de diversos países, después entró como dealer, al ir adquiriendo más conocimientos y experiencia con las armas, logró volverse uno de los mejores tiradores de Sevilla.
Tenia 20 años cuando otra tragedia tocó a su vida, la muerte de su madre y uno de sus hermanos mayores a manos de un conductor imprudente, Rogelio, lleno de coraje, buscó al chófer que había huido de la escena, gracias a las conexiones de Ramón Pieck, su mentir, logró dar con el responsable.
—¡Te vas a morir pendejo! —Gritó, disparando sin temor al hombre que lloraba aterrado, no dudo, pues al disparar recordó la sonrisa de su madre y el apoyo que siempre le mostró Gustavo, el segundo hijo de la familia.
El sufrimiento que había vivido desde la muerte de su padre lo llevó a volverse más rebelde, y ahora con la reciente perdida, no podía controlar sus impulsos, comenzó a ir a misiones solo, escalando más y más lejos, Ramón vio su dedicación en cada encargo que le tocaba.
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Entre la Sombra de la Libertad ©
Novela JuvenilLa muerte del jefe que controla los grupos criminales más grandes de la ciudad de Sevilla abrió la convocatoria para que múltiples personas decidan tomar el puesto, empezando una caza que fragmenta a la distopica ciudad, entre ellos surge Ramón Leza...