— ¡¿Qué pasó?! —Sofía llegó a la habitación, asombrada de ver el desastre. —Ay no... Hashed, ¿Qué ocurre?
—Sofía, deja a Hashed, yo me encargo. —Dijo Ivana, la rubia se sonrojó y accedió a irse.
Ivana se acercó con sigilo, las manos de Hashed estaban manchadas de sangre, al verlo temblando de miedo, decidió cerrar la puerta.
Ramón tocó la puerta, preocupado por lo que había pasado minutos antes.
Había pánico en los ojos azules de Hashed, aterrado, con estrés postraumático debido a lo ocurrido antes con SAE, el solo pensar en que iban a perder a Yosmar lo tenía mal.
Le dio un abrazo a Ivana, desde hace mucho tiempo que necesitaba uno, sintiéndose solo en el mundo a pesar de tener tantos amigos que lo protegían.
—No puedo más Ivana... No puedo más... —Siguieron abrazándose, a pesar de que Ramón seguía insistiendo en abrir.
Estando más relajados, se sentaron en la cama, que era lo único que no estaba destruido todavía, la joven lo tomó de las manos mientras Hashed iba recuperando el aliento.
—¿Qué ocurre, Hashed?
—Ivana... —Se armó de valor para hablar de lo que sentía con respecto a la situación con SAE.
Ramón dejó de insistir, entendiendo que tenían una plática íntima ellos dos, después de todo, eran sus mejores amigos, así que le contarían más tarde.
Por otro lado, Rogelio estaba en Cádiz, estaban al tanto de lo que ocurría en Sevilla, en los últimos días habían mandado diferentes tropas de mafiosos para que se infiltraran en las filas enemigas, algunos habían sido inclusiones con éxito, otras no tanto, pues lograron darse cuenta de que eran espías.
Max Heinsol estaba al pendiente del grupo principal, grupo que estaba a punto de pasar al filtro final para unirse a ellos estando de manera directa con el jefe Udo.
—Muy bien chicos. —Anunció un hombre alto, de barba pronunciada, era el primogénito Udo, usaba un traje militar y chaleco antibalas. —Hoy no fue nuestro mejor día. —Mostraba un semblante de seriedad, los soldados por otro lado, temblaban de miedo. —Perdimos a varios pilotos y yo tengo la misma pregunta... ¿Por qué no tenemos nuevas armas? ¡La misión fue un fracaso! —Disparó al aire en contra del techo.
—Está demente. —Pensó Max al ver el agujero que la bala dejó en el techo.
Udo hijo caminó hasta estar a la misma altura que los soldados, enojado por la misión fallida, sus caros zapatos chocaban salvajemente contra el suelo.
—Sabemos que el jefe de la mafia es... —Activó una pantalla que abarcaba una pared completa. —Ramón Lezama... Y él ha sobrevivido a todos nuestros ataques... ¡Son un montón de incompetentes! —Siguió disparando, ahora a la pared frente a él. —Tengo un grupo de inútiles. —Gruñó.
Los soldados se refugiaron de los disparos, el odio que tenía por haber perdido las armas de aquella fortaleza protegida por uno de los integrantes de los Fénix.
Max estaba sorprendido de la actitud del jefe Udo, pero no podía pedirle ayuda a Rogelio por lo peligroso que era estar ahí.
—Debo hacer algo... —Vio a los soldados aterrados, los balazos se detuvieron, Udo subió de nuevo al escenario de dónde había bajado.
—¡Voy a exterminar a Ramón Lezama y a todos los Fénix! ¡Yo seré el nuevo jefe de la mafia! ¡Así que vayan a buscarlo! ¡Y mátenlos a todos! —Ordenó.
Los hombres que estaban infiltrados vieron a Max, quién estaba preocupado por lo que harían con el hijo del jefe Rogelio, era deber de ellos protegerlos.
Aunque le costara la vida...
—¡No! —Gritó Max, sacando una pistola pequeña, plateada y brillante, aquella escena llamó la atención de Udo. —¡Le prohíbo que dañe al joven amo!
Udo iba a dar la orden de matarlo, pero al escuchar la última oración llamó su curiosidad, así que caminó directo a él, quién no dejó que lo tocara, pues los demás infiltrados comenzaron a atacar al joven y sus guardaespaldas, logrando derribar a cinco de ellos y varias decenas de soldados.
—¿Joven amo? —Max le apuntó estando a pocos metros de él. —¿Quién? ¿Ramón Lezama? ¡Ja! —Se burló a gritos. —¡Ese mocoso va a caer! Igual que tú. —Le dio un disparo, pero Max lo esquivó, intentó dispararle en el pecho, Udo aprovechó la distracción para dispararle en el abdomen.
—Rogelio... —Tomó un radio, intentando comunicarse con él, sin embargo, Udo lo robó.
—¿Quién habla? —Preguntó Udo.
Rogelio al otro lado de la línea estaba aturdido, no era la voz de Max.
"—¿Quién eres?"
—Soy el señor Udo. —Se presentó con elegancia y formalidad. —Parece que cierto señor infiltrado no supo mantener la boca cerrada...
—¡Señor! Logramos derribar a algunos soldados y guardias. —Gritó sabiendo que no iba a salir con vida de ahí. —¡Quiere matar a Ramón Lezama! —Anunció.
Udo disparó contra Max, haciendo que perdiera la vida, Rogelio escuchó el disparo, todavía con las últimas palabras de Max grabadas en la cabeza.
—Escúchame bien Udo. —Habló. —¡Te acercas a Ramón Lezama o a algún Fénix y te mato! —Cortó la línea.
—Esa voz... Reconozco esa voz...
De vuelta en la mansión de los Fénix, Ivana y Hashed salieron del cuarto, él tenía los ojos hinchados, mientras ella tenía la mirada vacía, lo veía sin algún tipo de emoción.
—¿Qué pasó? ¿Estás bien Hashed? —Preguntó Ramón.
—Vámonos Osmar. —Ivana y Osmar salieron en silencio, mientras Hashed se sentaba al lado del líder, sin dejar de mirar a Ivana.
—¿Qué pasó ahí dentro?
—Me desahogué... Es todo... Yo no... Yo no quería perder a Yosmar... —Confesó. —Iré a... A despejarme... —Salió.
—¿Y ahora que les pasa a ellos?
Mientras tanto, Ivana y Osmar iban llegando al antro que manejaban, pero a lo lejos vieron una enorme pared de humo.
—Ivana...
La joven pisó el acelerador, llegando al lugar, viendo todo en llamas, Ivana bajó del coche, iba a entrar sin importarle las llamas, sin embargo, Osmar la tomó de la cintura.
—¡MARINA!
Es todo por ahora, nos leemos la próxima.
A continuación, la ficha de personaje del día:
Nombre: Francesco Vinaccio
Edad: 27
Orientación sexual: Arromántico
Cumpleaños: 3 de febrero
Signo Zodiacal: acuario
Comida favorita: Sopa de fideos
Bebida Favorita: Café
Ciudad: Roma, Italia
Hobbies: Patinar
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Entre la Sombra de la Libertad ©
Genç KurguLa muerte del jefe que controla los grupos criminales más grandes de la ciudad de Sevilla abrió la convocatoria para que múltiples personas decidan tomar el puesto, empezando una caza que fragmenta a la distopica ciudad, entre ellos surge Ramón Leza...