Cicatrices

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Ramón no dijo nada pues la tristeza en los ojos de Ivana reflejaba que nunca superaría ese dolor, Osmar le dio un abrazo, esperando a que se compusiera.

-Como imaginarás, no es algo de lo que me guste hablar...

-Lo lamento.

-¿Por qué lamentarlo? No hiciste nada.- Volvió a tener su característica sonrisa, no sabía que decirle, o si debía quedarse callado para no mencionar algo que pudiera hacerla sentir peor, afortunadamente, la puerta sonó, Marina llevaba una tarjeta con algunos datos escritos.

-Dice Susanne que me presente mañana en la tarde para la toma de medidas, ¿Te parece bien amor?

-¡Por supuesto!- Le dio un beso en los labios. -Sí estás completamente segura de hacerlo, te apoyaré amore mío, Osmar podría acompañarte mientras Ramón y yo nos ponemos de acuerdo en como vamos a trabajar a partir de ahora, ¿Te parece?

-Lo siento Ivana, pero no puedo hacer eso.- Interrumpió Osmar. -Tú podrás confiar en Ramón Lezama y en su equipo, pero no te voy a dejar sola con él.

Ivana y Marina se vieron con resignación.

-Y si hay desconfianza, ¿Por qué trabajar juntos?- Ramón se levantó con prisa, con evidente molestia. -¿Tienes algún problema conmigo Franchute?- Ambos estaban frente a frente, Marina, al ser la más pequeña se interpuso entre ambos.

-Tranquilos señores, sé que Ivana es la mujer más hermosa del mundo, pero ella ya está conmigo, asi que no desperdicien sus energías, a partir de ahora, somos del mismo bando.

-Lamento esto, Osmar es muy protector conmigo, y no es para menos, él me rescató cuando era prostituta, así que les pido que se tole...

Un potente movimiento sacudió toda la calle, de inmediato Osmar tomó a Ivana cubriéndola con ambos brazos, mientras Marina se refugiaba al lado de su amada y Ramón entre las sillas.

-¡Un terremoto!- Chilló Marina.

-No. Es un ataque.- Indicó Osmar. -Debemos refugiarnos.

-Voy por Hashed, se quedó por la entrada.- Corrió hasta ver a su mejor amigo refugiado debajo de una mesa como pudo logró sacarlo. -Vamos Hashed.- Lo llevó sosteniendo a su amigo, otra bomba estalló más cerca del local, haciendo que algunos vasos de cristal cayeran al suelo. -Carajo, ¿Qué está pasando?

-Por algo es toque de queda.- Dijo Hashed con ironía, llegaron hasta la oficina, Osmar los esperaba junto con Ivana, al entrar.

Ivana apagó todas las luces, reforzando la seguridad en la tablet, además de apagar la señal de teléfono, caminaron cuesta abajo por un estrecho pasillo de concreto, hasta llegar a una puerta de madera grisácea, al abrirla, Ramón y Hashed estaban asombrados, era una casa subterránea o más bien, el primer piso estaba en el subsuelo.

Marina los esperaba en la entrada, con una delgada luz tenue que surgía de unas velas.

-¿Qué sucedió?- Seguían oyéndose explosiones y disparos.

-Ya se habían tardado.- Vio el reloj en el brazo de Osmar. -Soy las diez y media, ¿Qué hacemos ahora? ¿Alguna idea Ivana?

-No podrán salir por ahora, es demasiado peligroso, los llevaremos a su ubicación mañana temprano, ¿Te parece?

-Bueno, no es como que tengamos otra opción.- Contestó Hashed, brincando de temor al oír un estallido.

-Pasen, acomodé unas colchas en la sala principal.- Marina seguía con su uniforme de mesera, pero había cambiado sus zapatos por unas pantunflas de felpa, en una mano llevaba otro par en forma de unicornio, eran para Ivana. -Creo que podrían descansar aquí.

Entre la Sombra de la Libertad ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora