ES POR TI || Kivi

You are the reason

Violeta miró a Chiara preocupada al notar como le apretaba el muslo con la mano después de que no querer contacto físico en toda la comida. ­­—¿Kiki qué pasa?

—Jane.— respondió tragando en seco y mirando al frente.

Violeta giró la cabeza lentamente sin saber muy bien si quería mirar lo mismo que estaba mirando Chiara, no entendía porque había dicho el nombre de su ex pareja pero tampoco sabía si quería. Frente a ellas una camarera le servía la comida a su madre y no una cualquiera, Jane. Entonces fue Violeta la que tragó en seco, era esa Jane, su compañera de clase y amiga de la infancia, sus padres eran prácticamente mejores amigos pero no entendía de que manera podía guardar ese tipo de relación con Chiara.

—¿Esa es Jane?— preguntó con suavidad queriendo disimular cada ápice de nervios que le recorría cada parte de su cuerpo en aquel momento.

Chiara asintió sintiendo como el aire se hacía cada vez más pesado, sintiendo como su respiración empezaba a agitarse. Violeta enseguida lo notó pero no sabía que hacer para calmarla, no en medio de una comida familiar y con la supuesta tía que le había destrozado frente a ellas, la misma que había sido su amiga. Jane se acercó a sus asientos para servirles la comida, puso ambos platos de pescado delante de ellas y rozó mínimamente el brazo de la menorquina haciendo que se le erizara la piel y se le acelerara la respiración. No pudo contenerse y se levantó de la mesa sin pensarlo, llamando la atención de todos en esa mesa y de la supuesta camarera, que sonreía satisfecha creyendo que no la miraban a ella, pero Violeta sí lo hacía, en ese momento supo que sí, era esa Jane pero apartó la mirada y se levantó de la mesa para ir detrás de Chiara, que estaba en la cera de enfrente de cuclillas y con una mano en el pecho tratando de calmar su respiración y su ansiedad, no pensaba en ver a Jane pero es que en Motril, que no era Ciudadella, era Motril y ella era de Ciutadella.

—¡Kiki!— exclamó Violeta acercándose a ella y haciendo que se incorporara.

Chiara ni siquiera la miraba, por su cabeza pasaba cada momento que había compartido con Jane, cada momento en que le hizo sentir como una mierda, cada mala palabra, cada golpe, cada bronca, cada momento en que había sentido como se ahogaba entre sus brazos por un simple abrazo, un abrazo cargado de odio, de desprecio, cada canción que le había dedicado, la manera en la que le había pisoteado, casi obligado a dejar de cantar, la manera en la que le repetía que no valía para eso, que no tenía talento, que s encallara, que dejara la guitarra, las libretas que le rompió, libretas cargadas de letras que significaban para ella, se me removió todo, quería coger un coche e irse a Barcelona, con Martin, con Ruslana, joder con su Violeta.

—I'm fine.

—Amor...no.­— afirmó Violeta.

—I'm fine. Necesito un segundo, ya está.

—Nos vamos a casa Kiki.

—No, tenemos una comida. He dicho que necesito un segundo, ya está.

Violeta suspiró, sabía que no podía convencer a Chiara para que se fueran a casa. Debía hacerle caso o se pondría más nerviosa. La menorquina lo negaba, pero estaba nerviosa, muy nerviosa y la granadina lo sabía, pero ya la conocía demasiado bien como para saber que ante esa actitud, lo mejor era seguirle el rollo, hacerle caso.

—Vale, ¿me puedo fumar un cigarro?

Chiara agradeció aquella pregunta pues necesitaba que Violeta estuviese con ella ese segundo y no pretendía pedírselo, no quería preocuparla. En su mente no había porque preocuparla, simplemente había visto a una persona que le había hecho daño, cosas que pasan. En su mente la manera en la que la había herido no era importante, era normal, para ella se había convertido en algo normal y en la mayoría de ocasiones, su culpa. Le costó pero gracias a Martin, entendió que aquello no era sano, pero no entendió que no lo era por parte de Jane, no por su parte, que nada había sido culpa suya, que nada tenía que ver con su forma de ser, que no era sano pero mucho menos era normal que la tratase así daba igual la justificación pues no tenía justificación, a pesar de que aquella chica la manipulase para afirmar e incluso verbalizar que sí. —Sí.— respondió.