Número Desconocido

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Aquellos sollozos seguían arrollando todo en ella. Sentía que se ahogaba, no podía respirar y aquello no parecía ir a mejor. Cada segundo que pasaba la ansiedad crecía arañando sus propias entrañas, pues así lo sentía. Sus ojos acumulaban más y más agua por cada segundo que pasaba, a pesar de soltarla seguida de aquellos sollozos desgarradores que no podía controlar. Pero ni con todo el agua del mundo inundando el verde de sus ojos sería capaz de no reconocerla. Con la cabeza baja, las manos apretando su pecho y las lágrimas nublando cada centímetro que abarcaba su vista, reconoció cada centímetro de ella en cuanto la tuvo delante. Reconoció su olor, reconoció sus pasos, reconoció sus pantalones, sus zapatillas, todo.

Con el miedo acechando levantó la cabeza y la miró, fijó su vista en aquel marrón que gritaba calma, toda la que no estaba encontrando en mitad de aquella tormenta. Separó los labios buscando la manera de emitir algo más que un sollozo, pero fue en vano. Estaba aterrada, completamente aterrada porque aquella presencia tan repentina no fuera para lo que ella creía, para lo que necesitaba. Violeta no se movía, no hacía más que mirarla apenada y a Chiara no hacía que ponerse más nerviosa al no saber a qué se debía esa pena. Todos los comentarios que cuestionaban el amor más puro y sincero que había sentido en su vida empezaron a colarse en su cabeza y solo de pensar en que alguno hubiera calado lo suficiente en la chica que tenía delante, le impidió seguir mirándola y sobretodo, seguir taladrando su cabeza con aquello. En un impulso imposible de controlar por fin apartó una mano de su pecho, pero para llevarla a su cabeza y golpearla, cada golpe gritaba y llevaba más fuerza consigo, necesitaba sacar todo eso de ahí, estaba desesperada por hacerlo y no vio otra manera.

Para una Violeta incapaz de dar un solo paso ante el estado en el que se encontraba lo más importante que tenía, aquello fue más que suficiente para darlo y agarrar el brazo de Chiara con fuerza, impidiendo que continuara golpeándose a pesar de su lucha por hacerlo.

—Vale ya, porfavor.— pidió con voz al borde del quiebro absoluto.

Pero Chiara no atendía a razones, no atendía a nada que no fuera sacar eso de su cabeza en aquel momento y consiguió lo que quería, consiguiendo zafarse del agarre de su novia para seguir con la forma de hacerlo. Violeta se llevó una mano a la boca y la miró completamente rota, pero iba a calmarla, todo lo demás le daba igual, haría cualquier cosa, pero Chiara iba a acabar reposando la cabeza en su pecho sin preocupación alguna rondando su cabeza.

La oscuridad en la que estaba sumida no estaba ayudando nada, y es que a pesar de ser plena madrugada, la luz de la luna bastaba. Se acercó a la ventana y abrió la persiana de golpe, sin pensárselo. Chiara sintió la poca luz que emanaba y al instante se levantó de la cama con brusquedad exigiendo que la cerrara de nuevo. —¡No!— habló, por fin.

Trató de esquivar a Violeta y bajar la persiana de nuevo, pero la pelirroja se lo impidió agarrándola con fuerza a pesar de sus constantes intentos por zafarse. —¡Ciérrala!— gritó.

—No voy a cerrarla.— afirmó con toda la calma que pudo.

—Me van a ver, van a venir.

—No va a venir nadie, Chiara. Vives con dos personas famosas y nunca habéis tenido ningún problema, no va a venir nadie.— trató de tranquilizarla.

Chiara oponía cada vez menos resistencia a los brazos de su novia. Perdía la fuerza para hacerlo por cada segundo que pasaba, su cabeza no le estaba dando tregua alguna y el agotamiento mental se estaba convirtiendo también en puro agotamiento físico. Necesitaba respirar, coger aire y soltarlo, dejar de esforzarse por hacerlo, dejar de sentir una presión horrorosa aplastándole el pecho. Necesitaba una calma que solo aquellos brazos podían darle, necesitaba desarmarse y mostrarse completamente vulnerable ante ellos, ante ella.

ES POR TI || KiviWhere stories live. Discover now