Tia Mari

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Era sábado y tenían un avión que coger a Barcelona de nuevo, habían estado un par de días en Motril pues Chiara trabajaba el domingo y tenía que estudiar para sus exámenes de la ESMUC y Violeta quería aprovechar ese domingo con ella en la ciudad catalana ya que tenía la semana llena de promos y firmas de discos en cuatro ciudades distintas. Ambas pensaban en el día anterior sin parar, estaban ilusionadas pero también les aterraba lo que sentían la una por la otra, sobre todo a la menorquina que no confiaba en el amor, al menos no hasta que la conoció a ella y le aterraba la manera en la que aquella chica estaba haciéndole recordar la persona que era antes de ese torbellino que cambió su manera de entender muchas cosas, entre ellas el amor.

—¿En qué piensas?— preguntó Violeta en el taxi a casa, sabía que Chiara estaba dándole vueltas a algún tema, a un tema en concreto.

—En nada.— respondió dedicándole una sonrisa que ni ella se tragó.

—Se leerte Kiki, sabes que lo sé.

Violeta pagó el dinero que supuso el taxi y acompañó a Chiara a la puerta de su casa. La menorquina sacó las llaves de su bolsillo y se dispuso a utilizarlas, pero la granadina le frenó poniendo una mano sobre su brazo.

—Te he hecho una pregunta.— habló de nuevo.

Martin y Ruslana, que habían sentido el llavero de su amiga se pusieron a mirar por la mirilla peleándose a empujones y codazos por ver quien ponía el ojo.

Chiara suspiró. —En que no entiendo esto Violeta, no entiendo lo de ayer.— confesó.

La pelirroja frunció el ceño. —¿Te arrepientes?

—No, claro que no me arrepiento pero es que...joder yo que sé.

Mientras, el vasco y la madrileña comentaban.

—¡Que dice que si se arrepiente!— exclamó Ruslana en un susurro.

­—¿De qué?— preguntó el vasco algo confuso.

—Pues de que va a ser gilipollas. Estas se han besado, quiero mis veinte pavos.

—¿Pero qué dices? Kiks nos lo habría dicho.

—Tirándose a semejante mujer y se va a preocupar por decírtelo a ti.

La morena le daba la espalda a la pelirroja, que no dudó en hacer que sus ojos la miraran, pero no de la misma forma que el día anterior, ya no se complementaban, su mirada no era la misma y aquello hizo que a Violeta se le erizara la piel, no podía si quiera pensar en no tenerla de esa forma, en no poder averiguar que era lo que realmente estaba sintiendo y si era mutuo, por un momento sintió que las inseguridades de la menorquina servirían de obstáculo para su cosecha, por un momento sintió su corazón partirse y no puedo evitar ponerse una coraza prácticamente automática que confundió a Chiara. —¿Y lo tengo que saber yo?— respondió cortante.

Chiara frunció el ceño. —¿Te tienes que poner así?

Violeta bufó y rió nerviosa. Sus nervios no se calmaban y su coraza se construía por momentos.

—Da igual Chiara, me voy a casa.

La pelirroja se giró dándole la espalda a la morena, que no sabía como actuar, como quería actuar, no sabía si debía frenarla o no, no sabía si quiera que cojones le había dicho y porqué pero todo lo que el día anterior sintió de nuevo se le estaba haciendo bola. No entendía sus propios sentimientos, sus cambios de actitud, no entendía porque era pensar en Jane y dejar de pensar en Violeta, no entendía porque tenía que seguir asociando amor y dolor cuando aquella chica le había demostrado que eso no era amor y lo sabía, lo había sentido. Cada roce, cada caricia, cada mirada y cada sonrisa le habían demostrado lo bonito que podía ser el amor con la persona adecuada pero aún así, seguía sintiendo que eso no era así, no, porque fue lo mismo que empezó sintiendo con Jane, con la misma persona que hacía que su TDAH se duplicara y que se sintiera mal por ello, entre otras cosas. Se mordió el labio y apretó la mandíbula mientras se daba leves golpes en la cabeza, quizá se arrepentiría, pero a pesar de todo sentía que debía luchar por aquella chica, debía hacerlo después de todo lo que le estaba haciendo sentir a pesar de sus inseguridades, a pesar de Jane.

ES POR TI || KiviWhere stories live. Discover now