ES POR TI || Kivi

El momento

En cuanto entraron a la casa, Chiara se lanzó de nuevo a los labios de su novia para devorarlos con ansia, no se reconocía, pero se sentía completamente preparada para dar aquel paso, de una vez. Violeta no se negó a aquello, no se atrevería, pero tampoco reconocía a Chiara en aquel momento y no sabía si eso le gustaba o no, solo podía pensar en el paso tan grande que suponía para su novia y en que una vez más, el ansia estuviese hablando por ella. Subieron las escaleras como pudieron, pues sus labios no querían soltarse más allá de un segundo, lo justo para coger el aire suficiente y seguir. En la puerta de la habitación se pararon, por primera vez Chiara había tomado el control y Violeta quiso dejar que lo hiciera, pero no por mucho rato más. En cuanto notó su espalda impactar contra la pared con fuerza, apartó a Chiara con un mano en su pecho. La ojiverde la miró confusa en el mismo segundo en que hizo aquello, pero más confusión le generó la sonrisa que adornaba su rostro.

Violeta forzó un cambio de posiciones que pilló completamente desprevenida a la morena, que ahora era la de la espalda pegada contra la pared. La pelirroja se lanzó de nuevo a sus labios y se encargó de permitir que sus lenguas jugaran un rato más antes de preguntarle por el siguiente paso. Llevo una mano a su cuello y otra a sus caderas, apretándolas con fuerza contra ella. Aquella embestida también le pilló de sorpresa y un gemido que no pudo reprimir salió de su garganta haciendo que tuviera que soltar los labios de su novia un momento. Violeta mordió su labio inferior en aquel mismo instante, chupándolo después para aliviar el escozor.

Chiara sonrió y completamente segura de lo que estaba haciendo, hizo el amago de besarla de nuevo, pero algo que no se esperaba la frenó, y no fueron sus miedos, si no las manos de su novia. Violeta ya había disfrutado suficiente y sabía que Chiara también, tenía muchas ganas de seguir con aquello, no había ansiado tanto sentir a una persona como lo hacía con ella a diario, pero por encima de todo quería que estuviera bien y lo que para ella misma era algo simple y común, sabía que para su novia suponía un mundo. Y aunque no fuera así, antes de avanzar debía y quería preguntar si podía hacerlo. —¿Estás segura, amor?— preguntó con la respiración algo agitada.

La seguridad de Chiara pareció esfumarse en aquel momento, o al menos parte de ella. El hecho de pararse a pensarlo le hacía no estarlo, pero todo lo que había sentido en cuestión de minutos le hacía querer exprimirlo al máximo. Necesitaba sentirse deseada de nuevo, necesitaba sentir a Violeta dentro de ella y por primera vez, aquello parecía estar por encima de todos sus miedos. —Sí.

—¿Prometido? No pasa nada si no lo estás, podemos hacer otras cosas sin necesidad de sobrepasar ese límite.— quiso asegurarse.

—Lo estoy.— afirmó de nuevo.

La seguridad en su voz era completamente fingida. No iba a estar segura de aquello nunca, no hasta que por fin comprendiera que no tenía que ser como ella creía y sabía que la única que podría hacer que lo entendiera era la mujer que admiraban sus ojos en aquel momento.

—Pues vamos.— Violeta tiró de su brazo hasta la habitación.

Chiara se sentó en la cama y admirando la mujer que tenía frente a ella, se tiró para atrás despacio hasta quedar lo suficientemente en medio como para tumbarse. Violeta la miró y prácticamente como un acto reflejo se mordió el labio inferior, no se podía creer la pedazo de mujer que tenía frente a ella y no veía el momento de hacerle sentir deseada de nuevo. Aunque tampoco quería hacerse ilusiones, sabía perfectamente que lo más probable era que en cierto punto se tirara para atrás y lo entendía. Disfrutaría mientras tanto. —Jesús, Kiki.— sonrió cuando la menorquina empezó a subirse el vestido lentamente con la mirada fija sobre Violeta.

La pelirroja se tumbó sobre ella despacio, encargándose de que su rodillera impactara contra su centro arrancando así un gemido en la morena. —Oh my...— se atrevió a decir.