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—¿Qué? Dime que eso no es verdad—Gala se tapó la boca con la mano, alzando ambas cejas. Yo asentí lentamente con una mueca, tan sorprendida aún como ella—Joder.., y encima tiene mujer.

—No sé si es su mujer o no—me encogí de hombros, llevándome la pequeña taza de plástico a los labios para dar un sorbo del café ardiendo—Pero por poco se lo come en la puta calle.

—Con un hombre así, no me extraña—comentó Greg cruzándose de piernas a mi lado, apoyando su mano en mi brazo—Está como un jodido tren.., por él hablo alemán hasta por los codos si quiere.

Greg era un chico que conocimos ayer en nuestro primer día. Prácticamente compartíamos todas las asignaturas con él y fue muy agradable de primeras. Pasamos de cruzar dos palabras al principio de la clase a tener conversaciones fluidas y divertidas al final. Fue increíble, en cuestión de dos horas.

Por lo que ahora, afortunadamente, éramos tres.

Oh, y por si no es evidente, Greg es gay y como al noventa por ciento de los alumnos de la clase de alemán, está loco por el señor Kaulitz.

—Buenos días—irrumpió su voz grave en el aula, callando todas las voces hasta crear silencio. Todos nos giramos a verle, soltando su maletín y su chaqueta en el respaldo de la silla.

Nuestras miradas conectaron, otra vez, tal y como la noche anterior. La misma sensación me barrió, recorriendo todo mi cuerpo de arriba a abajo.

—Bien, hoy vamos a comenzar con una breve introducción, ¿de acuerdo?—se sentó en el borde de la mesa, cruzando sus pies y quedándose de brazos cruzados—El alemán.., ¿lo veis difícil?

—Sí—respondí yo, sobresaliendo mi voz entre los murmullos que se habían creado. Llamé su atención, ya que sus ojos volvían a estar en mi—Mucho.

—torció una sonrisa, levantándose de nuevo para acercarse a mi. Una vez frente a nuestra fila de asientos, apoyó sus manos hasta quedar cerca de mi, muy cerca—¿Puedo saber el por qué?

Aquello me puso nerviosa y me daba la sensación de que había tensión, mucha. Quizá por la ahora rivalidad que había entre ambos desde la clase anterior o por.., por el hecho de que somos vecinos. Quién sabe.

—Porque los idiomas son difíciles. A usted también la parecería difícil el inglés antes de aprenderlo, ¿no?—me incliné ligeramente hacia adelante en mi asiento, acortando más la distancia. Parecía segura, pero estaba tensa.

—Exacto—se apartó de golpe, cambiando hasta la expresión en su rostro para dirigirse a los demás alumnos del fondo—Pero ya veréis que esa percepción la cambiaréis conmigo.

La clase no podía ser más aburrida. Apoyaba mi cabeza en la palma de mi mano, dándole pequeños sorbos al café sobre la mesa para mantenerme despierta. Gala, como siempre, tomaba apuntes de todo y hacía preguntas. Greg a mi otro lado, parecía estar perdido en la voz del profesor y en cómo se movía por la clase. Estaba explicando los artículos y por qué había tantos. ¿Me importaba? No, claro que no. En su lugar, estaba prestándole atención a los lunares que tenía en el cuello, a su piercing en el córner de su labio que, por un segundo se me hizo apetecible.

Le pillaba mirando de vez en cuando, cada ciertos minutos. Yo, a pesar de no estar prestando atención, le miraba. Había descubierto que hasta tenía una pequeña manía que repetía, y era que se relamía los labios muy frecuentemente. No mentiría.., no era desagradable verlo.

—Entonces, señorita Johnson—desperté del trance, viendo al señor Kaulitz acercarse a mi con el mando del proyector en la mano—¿Podría decirnos qué va delante de esta palabra?

PROFESSOR KAULITZ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora