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—No sé qué hacer—bufé, tumbada sobre la cama de Gala en lo que ella estaba sentada frente a la cama comiendo de una bolsa de patatas—Está siendo muy difícil.

—Parar con la apuesta—y aquí vamos de nuevo—Es estúpido, Tara.

Era la quinta vez que me lo decía —tan solo en el día de hoy— y posiblemente la vigesimotercera desde que le conté lo que Tom me dijo aquella noche hace semana y media.

Heidi ya había regresado del viaje y mi madre también, por lo que no tuve más remedio que volver a mi casa y hacer vida con Daniel de nuevo.

El bastardo fingía llevarse bien conmigo, hacer como si no llevase una semana durmiendo en casa de otra persona —para todos, dormía con Gala pero la realidad era otra—. El ambiente era incómodo, pero tan solo para mí aparentemente. Trataba de estar lo más alejada posible de él y había instalado un pestillo en mi habitación tras insistirle mucho a mi madre por "temas de privacidad"

Al menos, me sentía segura mientras dormía. El resto del tiempo o lo pasaba en la universidad o en casa de Gala, como hoy.

Con Tom las cosas no iban mejor que en mi casa. Era más frío, más distante y por supuesto, había cancelado nuestras "clases extra" tras el horario lectivo por razones obvias. Los días restantes que quedaban hasta que volviesen mi madre y su mujer, fueron incómodos y hasta comenzó a dormir en el sofá para no coincidir conmigo.

La apuesta debía acabar, en eso estábamos de acuerdo.., pero no era la apuesta lo que me empujaba a él. Esa adrenalina y euforia que sentía cuando estaba cerca de él con ese propósito insano de estar con él del que ya había hablado antes no se iba, incrementaba.

Al final, la apuesta era solo la excusa que le ponía a los demás. Para mí, iba mucho más allá. Esa atracción que fingía ahora era real e incluso había soñado con él estás últimas dos noches.., ¡parezco una obsesionada!

—Voy a seguir—dije decidida, llevándome un suspiro pesado por parte de Gala—Es la apuesta. Además.., Chelsea dice que si no gano..

—¿Y qué importa lo que diga Chelsea? Es tan solo una "pick me" que busca atención, no hay nada que pueda decir o hacer si no ganas—espetó enrabiada—No tendríamos que haber ido a esa fiesta.

¿Habría cambiado algo si no hubiéramos ido? ¿Habría empezado a sentir esta sed de tener a mi profesor de una forma que nadie podía? Ya no había forma de saberlo y debía aceptarlo.

—Pero fuimos—dije, quedando boca arriba y con la mirada en el techo, donde había varias fotos nuestras desde pequeñas hasta la edad actual. Jugábamos, reíamos y hasta nos peinábamos de las maneras más locas y raras posibles—Y quiero seguir con la apuesta, nunca digo que no.

—Y por eso ahora no te habla—comentó Gala por lo bajo. Alcé la cabeza y esta me lanzó una patata, que aterrizó en mi abdomen—¿Te das cuenta? No vas a conseguir nada. No está interesado y según tú está casado con una mujer increíble. No quiero decir que tú no lo seas, pero hay una diferencia de edad importante y para él.., puede que solo seas una niña, Tara.

¡Y una mierda! También era una niña entonces cuando me miraba el culo, el pecho y me abrazaba esa noche en la que tuve una pesadilla. También lo era cuando me miró los labios y cuando dejaba que me vistiese con sus estúpidas camisetas.

Si fuese una niña a sus ojos, muchas cosas no habrían pasado.

—Me voy—anuncié levantándome de un tirón de la cama, colocándome los zapatos—Mi madre me quiere allí antes de las ocho.

Me despedí de Gala y bajé hasta el piso de abajo, despidiéndome de sus padres y caminando hasta el final de la calle, donde me esperaba una cara familiar en el coche.

PROFESSOR KAULITZ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora