—Ten—cogí el montón de ropa doblada y un olor me invadió, el suyo. Usaba una colonia de olor fuerte, un olor atractivo y sin duda, agradable—Puedes cambiarte aquí si quieres, o en el baño.Estábamos en su habitación, no había duda. Cuadros pequeños y grandes con fotos en las que salía con Heidi, o solo él incluso. En la playa, en París.., millones de lugares distintos.
Respiré profundamente y me deshice de mis zapatos rápidamente, siguiendo por mis pantalones. Sabía que seguía ahí porque podía verle por el rabillo del ojo, por lo que continué sin siquiera mirarle.
Después de lo que había sucedido en mi casa, debería sentirme acorralada y al borde de un precipicio, pero con Tom.., con el señor Kaulitz, era distinto.
—Uhm.., te espero fuera—dijo dudoso y nervioso, mucho. Me sonrojé y entonces me giré una vez que me había quitado los pantalones.
—No hace falta que te vayas—la confianza en mi voz era completamente falsa, pero parecía estar dando el pego. Le tendí los pantalones húmedos y los cogió sin pestañear y clavado al suelo como una chincheta.
Mi camiseta seguía empapada y mi sujetador lencero se transparentaba, ya que, casualmente —y convenientemente— era blanca. Mis piernas habían quedado expuestas y mi ropa interior era visible, bastante visible.
—Lo siento—carraspeó su garganta y tras una mirada rápida por toda mi anatomía, salió de la habitación cerrando la puerta.
Le había puesto nervioso, con razón. ¿Cuántos días tienes a tu alumna en ropa interior delante de ti?
Me deshice de la camiseta y me puse su ropa, que por obvias razones me quedaba bastante grande. No solo era de constitución delgada, sino que también de muy baja estatura.
Me miré al espejo de cuerpo entero que había en la esquina de la habitación y no pude evitar dejar salir una carcajada por lo bajo, parecía una vagabunda.
Salí y ahí estaba él, apoyado en la pared y con mi ropa húmeda aún en sus manos. Me miró de arriba a abajo, dejando salir una sonrisa divertida.
—Gracias por la ropa, Tom—le sonreí de la misma forma y pasé por su lado, bajando las escaleras y dirigiéndome de nuevo al salón, donde seguían estando las pizzas ahora frías sobre la mesa.
Poco después se unió a mi, sentándose a mi lado.
Me había dado una camiseta blanca que.., digamos que era de tela fina y si forzabas la vista —no mucho— podías ver mi sujetador. Debajo unos pantalones de chándal grises que bailaban en mi cadera, dejando ligeramente a la vista la fina franja de mi ropa interior.
—Siento lo del vaso—fingí lastima. No es que no me importara pero.., me había dado la excusa perfecta. Negó con la cabeza, restándole importancia—A veces soy tan torpe.
—Nos podría pasar a cualquiera—se encogió de hombros—Yo también soy un poco torpe.
—No lo parece. Yo diría que eres un hombre que lo hace todo bien—vaya confianzas me estaba tomando para decir todo eso. Sin embargo, parecía no importarle.
—lanzó una risa nasal, asintiendo ligeramente—Eso no es posible.
Tan grande era la camiseta que me había dejado, que el cuello comenzó a caer por mi hombro, dejándolo al descubierto. Noté como miraba y después volvía a mirarme a los ojos, como si nada.
—Voy al baño, ¿puedo?—asintió sin dudarlo, cogiendo su teléfono sobre la mesa.
Me encerré en el baño, dejando salir un gran suspiro, este era el momento. Me llevé las manos a la espalda por debajo de la camiseta y desabroché el sujetador, haciendo que una gran sensación de alivio me inundase. Sonreí a mi propio reflejo y volví a salir, preparada para continuar con mi misión.
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PROFESSOR KAULITZ
Fanfiction-Eres tan solo mi alumna. Joder, Tara-maldijo Tom por lo bajo, abrazando mis caderas sobre su cuerpo. -¿Es eso lo que te repites por las noches para auto convencerte?-me burlé, acercándome peligrosamente a su cuello. Tara Johnson y Tom Kaulitz, pr...