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Rescue me —Tokio Hotel.









—¡Recordad comprar el libro necesario para aprobar la asignatura!—exclamó la señora de cincuenta años con menos gracia del mundo. Rodé los ojos y me colgué la mochila en un solo asa, peinando ligeramente mi pelo con la mano libre.

—Qué petarda—se quejó Greg saliendo junto a Gala y a mi del aula—¿Sabe acaso lo que cuesta ese libro? Lo he buscado en internet y son casi sesenta dólares.

—¿Por un libro? Está loca—me burlé, haciendo reír a Greg—Por cierto, iros hoy sin mi.

—¿Y eso?—cuestionó Greg. Gala y yo nos miramos rápidamente y ambas entendimos exactamente lo que debíamos hacer.

—Tiene tutoría con el de Lingüística—mintió Gala por mi. Fue rápida y lo agradecí, porque yo creo que aún sigo dormida y no se me ocurría nada—Por el parcial que tenemos en una semana.

—¡Mi puta madre, el parcial!—exclamó Greg con auténtica expresión de pánico—Joder, Gala, necesito que me ayudes.

—Bien, lo haré—bufó la rubia con resignación antes de girarse en mi dirección—Ya nos contarás qué tal la tutoría.

Greg asintió, corroborándolo y dándome el mismo apoyo moral. Una vez que los vi bajar por las escaleras hasta el primer piso, suspiré y caminé dirección al despacho del señor Kaulitz para mi primera clase extra de alemán.

Me gustaría decir que ando con seguridad, pero la verdad es que parezco un pato mareado. Me temblaban las piernas y el corazón me latía tan fuerte que hasta se me dificultaba el enfocar la vista.

Se supone que en esta apuesta gano yo.., pero parecía estar perdiendo.

Una vez frente a la puerta, llamé. Miré a ambos lados antes de pasar, percatándome de lo silenciosa que es la universidad una vez que todas las clases han acabado y no hay nadie.

—Buenas tardes, Tara—me saludó, aún sentado tras su escritorio—Qué puntual, lo agradezco.

Las clases habían acabado a las dos de la tarde y eran las dos y diez minutos, clavadas. Sonreí y me senté frente a él, cruzando mis piernas.

—Te agradezco el tiempo—dije yo, enfocando mi mirada en él como dos dardos en una diana—Debes estar muy ocupado.

—Siempre hay tiempo para una alumna que parece haber cambiado de opinión y quiere aprender—explicó en lo que se levantaba y caminaba hasta una estantería con miles de ficheros, hasta dar con los contenidos de sus clases—Veamos.., ¿por dónde empezaríamos?

Sus manos, sus putas manos acariciando el papel. ¿A quién engañaba? Me estaban entrando ganas de metamorfosearme en un folio.

—Todo—dejó de pasar páginas y elevó la mirada hasta dar con la mía—Un repaso de todo.

Cuánto más tiempo pueda tener con él, mejor.

—Bueno, genial—soltó una carcajada leve, por lo bajo. Volvió a sentarse y quedó frente a mi, impulsándose ligeramente hasta tener sus brazos apoyados en la madera de la mesa—Empecemos, ¿vale? Tenemos hora y media.

El sonido de las manecillas del reloj sobre la mesa me impedía prestar atención, haciendo que viese a Tom mover los labios pero sin oír un solo sonido salir de sus labios. Traté de concentrarme, pero cuando no oía las manecillas del reloj marcar los segundos, oía mis latidos contra el pecho.

—¿Qué iría aquí..?—llevé mi vista a la pequeña pizarra a mi lado, donde había escrito varias cosas.

Tanto imaginar cosas y tanto nerviosismo, al final no estoy poniendo de mi parte y ahora que estaba metida en estas clases extra, debía parecer interesada.

PROFESSOR KAULITZ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora