Capítulo 5

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Jennie suspiró y trató de dejar de pensar en Lisa Manoban. No podía decidir si la mujer le molestaba o le fascinaba más. Era una de las personas más exasperante que había conocido. Era rígida, inflexible y arrogante, y por si eso no fuera suficientemente malo, había conseguido llegar a ser una gran cirujana respetada y exitosa. Y joder, era condenadamente atractiva.

—¿No tienes hambre?—preguntó Hyunji Shin con preocupación.

—¿Qué?—preguntó Jennie sorprendida. Miró su plato a medio comer y se dio cuenta de que se había olvidado de ella. —Oh, no. Quiero decir... yo estaba, pensando en otra cosa. —Al ver la mirada de preocupación en el rostro de su compañera, se apresuró a añadir: —Estoy distraída. Creo que no ha sido muy inteligente por mi parte quedar para cenar contigo el primer día de mi nuevo proyecto.

La atractiva abogada de cabello oscuro frunció el ceño, estiró su mano por el mantel de lino inmaculado para coger la de Jennie. —No teníamos porqué salir. No te he visto en dos semanas. —Acarició con el pulgar la palma de Jennie. —Podríamos haber pedido algo y pasado la noche en la cama.

—Lo siento, —respondió Jennie, apretando la mano de Hyunji. —Soy una pésima compañía esta noche.—Esperaba que el hecho de haber esquivado el tema del sexo, no hubiese sido tan obvio para su compañera de mesa, como a ella le parecía. No estaba segura de por qué ya no estaba tan interesada. Llevaban saliendo más de seis meses, casualmente, que era la manera en que ambas habían acordado que querían hacerlo. Hyunji estaba ocupada integrándose a sí misma en un prestigioso bufete de abogados, en el que cual tenía la intención de ser socia antes que nadie de su edad, y trabajaba noventa horas a la semana para conseguirlo. Jennie viajaba con frecuencia para sesiones y reuniones de promoción, y sentía que no podía dar a una relación seria la atención que requería. Hasta ahora, su relación había sido mutuamente satisfactoria. Jennie sonrió a Hyunji, apreciando la mirada de deseo en sus ojos, recordando lo mucho que le gustaba sentir su cuerpo atlético encima suyo. Tenían intereses similares, querían las mismas cosas profesionalmente, y nos entendíamos bien en la cama. ¿Qué más podía pedir?

Sacudió la extraña sensación de inquietud que había tenido desde que había dejado Bellevue, y trató de no pensar más en Manoban, ni en por qué le importaba si le gustaba o no que la cirujana de trauma fuera tan irritante. Jennie sonrió a la mujer que tenía en frente, y dijo en voz baja: —Vamos a saltarnos el postre.

 Jennie sonrió a la mujer que tenía en frente, y dijo en voz baja: —Vamos a saltarnos el postre

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La puerta de cristal de la ducha se abrió, y Jennie sintió un cuerpo suave contra su espalda. Unas manos se deslizaron alrededor de su cintura, unos labios se perdieron por encima de su hombro, y una voz ronca e íntima, le susurró al oído.

—Hey, te he echado de menos al abrir los ojos. La cama estaba fría sin ti .

—He intentado no despertarte,—respondió Jennie, recostándose en el abrazo, y volviendo la cabeza para posar sus labios sobre la mejilla húmeda. —Lo siento.

Suposiciones destrozadas┃ JENLISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora