Anotación Del Proyecto Personal, Kim
07 de agosto - 12:20 AM
Al parecer, esta es una de esas aberraciones que suceden con suficiente frecuencia, ya que ni Jisoo ni Lisa parecen sorprendidas por ella. En concreto, no ha pasado nada en toda la noche. Bueno, nada en comparación con como han sido las otras noches de guardia. Alrededor de las ocho de la tarde llegaron dos heridos en helicóptero tras un accidente menor, ambos fueron evaluados, examinados con rayos X, y trasladados a planta para pasar la noche en observación, sin requerir cirugía. Además, poco después de las once un hombre joven llegó en ambulancia, con la mandíbula rota por una pelea de bar. No tenía otras lesiones. Se contactó con cirugía plástica, para programar la intervención para la mañana siguiente. Y había sido todo.
Jisoo se ha ido hace unos minutos a dormir un poco, y creo que voy a seguir su ejemplo. Sin embargo, tengo la incómoda sensación de que falta algo. Jisoo ha comentado, que ya que tenía que estar de guardia, prefería hacerlo trabajando. Es mejor estar toda la noche en la sala de operaciones en vez de intentando dormir, mientras esperas a que en cualquier momento te avisen y tengas que salir corriendo, dijo. Trabajar en lugar de dormir. Es asombroso cómo toda tu vida se transforma en este lugar .
Jennie apagó la grabadora y pensó en lo que acababa de decir. Oh sí, la vida sin duda cambia por completo en este lugar. Con un suspiro, se levantó y se dirigió a su habitación.
07 de agosto - 03:13 a.m.
Hacía mucho que había dejado atrás la media noche, y no podía dormir. Rosé estaba respirando suavemente en la oscuridad de la habitación, claramente en el sueño de los benditos. O al menos descansando la mente. Jennie había intentado entretenerse con los planes para el guión, y las secciones de edición de la cinta que había examinado el día anterior, cualquier cosa que pudiera ocupar su mente y ayudarla a relajarse. Sus trucos habituales no ayudaron. Después de cuarenta minutos infructuosos, pensó que iba a empezar a maldecir en voz alta. Fue entonces cuando se decidió a ir en busca de compañía. Una de las cosas que había aprendido es que en el hospital siempre había alguien despierto. Las enfermeras del turno de noche siempre estaban alegres y con energía, porque para ellas se trataba de su jornada laboral habitual. Por lo general, siempre había uno o dos residentes de cirugía en la sala de quirófano, esperando para empezar alguna intervención o relajándose después de haberla terminado. Si hubiera sido una semana antes, Jackson habría estado en la zona de admisión de trauma, revisando formularios, reponiendo materiales, o simplemente esperando el inevitable momento en que el teléfono o la radio anunciaran que llegaban pacientes. Pero, por supuesto, ahora Jackson no estaba allí.
A pesar de que sabía que él no iba a estar, miró de forma automática a la zona de trauma, mientras caminaba por el pasillo hacia los ascensores. Las luces del techo estaban apagadas, pero una fila de fluorescentes bajo los armarios en la pared por encima del gran mostrador, donde los médicos y las enfermeras hacían todo el papeleo, le proporcionaron la luz para poder ver la figura inclinada sobre el tablero de ajedrez.
Desde la puerta, Jennie preguntó en voz baja, —¿planificando tu próximo ataque?
Lisa se giró al oír la voz de Jennie, levantando una ceja respondió: —Nunca está demás planear minuciosamente tu estrategia, ¿no crees?
—¿La verdad? —dijo Jennie encogiéndose de hombros. —No lo sé. Nunca he tenido una en lo que se refiere al ajedrez. —Y ahora que lo pienso en cualquier otra cosa, excepto en el trabajo.
—No, me imagino que no lo necesitabas.
Lisa observó las sombras oscuras bajo los ojos de Jennie, y la caída cansada de sus hombros. —Pareces agotada. ¿No deberías estar descansando? —dijo suavemente.
—No puedo. Ya lo he intentado. — Jennie se apoyó en la puerta, observando que Lisa se veía más o menos como siempre, serena y tranquila. Era exasperante, parecía que nunca nada la perturbaba. —Sabes, creo que no recuerdo haberte visto irte a la cama ni una sola vez.
—¿No? —Preguntó Lisa, juguetonamente.
Jennie se sonrojó, recordando claramente a las dos durmiendo la una en brazos de la otra. —Me refiero a cuando estás trabajando.
Jennie se sorprendió de que Lisa mencionara la noche que habían pasado juntas. Por alguna razón, pensaba que simplemente la olvidaría, a pesar de que ella no podía olvidarla. ¿Estaba equivocada al pensar que Lisa la había olvidado, o al menos quería hacerlo?
—¿Te apetece una partida? —preguntó Lisa, señalando el tablero. No era el momento ni el lugar para explicaciones, y dudaba que alguna vez lo fuera.
—¿Por qué no?
—Bueno, una buena razón podría ser que mi ego es frágil, y no puedo asumir perder tantas veces, —comentó Lisa con indiferencia. —Por otro lado, teniendo en cuenta que estás tan cansada que estás a punto de caer, tengo la esperanza de poder aprovecharme de ello.
—Sé que no lo harías, —dijo Jennie suavemente mientras se acercaba, recordando la forma casi cortesana, en que Lisa le había ofrecido la ropa prestada, aquella mañana después de la ducha. Había sido tan conmovedor, como desgarrador, porque lo único que quería era que Lisa la tocase. Sólo quería una excusa para dejar caer la toalla. Hasta ahora nunca había lamentado las decisiones que había tomado, ni las cosas que había dejado de hacer. —Eres demasiado caballerosa para aprovecharte de mi.
Como si leyera la mente de Jennie, Lisa recordó aquellos momentos en casa de Maddy, cuando su deseo se peleó con la precaución, y fue su turno de sonrojarse. Mientras Jennie se acercaba, se imaginó a la castaña fresca de la ducha, con la piel enrojecida por el calor, con pequeñas gotas de agua todavía sobre su cuerpo. Locamente deseable. Ansiaba tocarla con tanta fuerza como lo había hecho ese día.
—A veces me arrepiento de mi precaución, —murmuró, sin darse cuenta de que había hablado en voz alta.
—¿En serio? —Jennie preguntó desde muy cerca.
—Sí, —susurró Lisa, mirando a los ojos verdes de Jennie.
El tiempo se detuvo, se hizo incandescente con el anhelo del deseo mudo, flotando en el aire a su alrededor. Jennie sonrió con nostalgia, y Lisa le devolvió la sonrisa con una leve curva de la boca, que hablaba de incertidumbre y pesar.
—¿Jugamos? —preguntó Jennie.
—¿Está segura?
—Sí.
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Suposiciones destrozadas┃ JENLISA
RomanceLa Dra. Lalisa Manoban jamás permitiría que su unidad de traumatología fuera tema de un documental. Las luces y las cámaras no tienen sitio en un hospital. No hace falta decir que a la doctora no le hizo ninguna gracia cuando Jennie Kim, una cineast...