Las puertas dobles de la ambulancia se abrieron, Jeon Somi subió a la parte trasera y miró hacia el interior. Realmente no se había creído lo que le habían dicho por teléfono; probablemente habían interpretado mal el mensaje ilegible y frenético de la radio. Pero tan pronto como colgó el teléfono, se apresuró a comprobarlo por sí misma, dejando solo a un residente en la sala de trauma para que continuara con la evaluación de un bombero que se había caído de una escalera de extensión mientras sostenía una manguera para apagar un vehículo en llamas.
Las luces del techo del vehículo, brillaban intermitentes, mientras ella observaba una escena de la que no se olvidaría nunca. Durante unos segundos, tratando de asimilar la realidad de la misma, se olvidó de por qué había sido llamada.
La residente de trauma, apoyando su espalda en la pared que separaba la sección de transporte de la cabina para mantener el equilibrio, estaba conectando un ECG portátil a la Jefa de la División de Trauma, que yacía inconsciente en una camilla, desnuda de cintura para arriba, con una vía en su brazo izquierdo y un collar cervical rígido inmovilizando su cuello. La castaña directora del documental estaba de rodillas al lado de la camilla, estrechando la mano izquierda de Lisa entre las suyas. La mirada que le dirigió a Somi cuando se volvió al oír el sonido de la abertura de puertas fue salvaje, no con histeria, más bien con una especie de feroz proteccionismo. En el rincón más alejado del pequeño espacio, una sucia y desaliñada rubia con una gorra de béisbol rota sostenía una cámara a nivel de los ojos. Somi negó con la cabeza. Aquello no estaba sucediendo. Lisa Manoban no yacía en esa camilla.
Somi cuadró los hombros y entrecerró los ojos, centrándose en el paciente. Entró y preguntó bruscamente: —¿Está estable?
—Los signos vitales son sólidos, —respondió Jisoo firmemente, tirando de la sábana para cubrir los pechos de Lisa mientras observa el monitor de presión arterial. —Las pupilas son iguales y reactivas, pero lentas.
—¿No hay problemas respiratorios? —preguntó Somi, inclinándose para iluminar con su linterna y observar, primero uno y luego el otro ojo de Lisa. Se apartó a un lado unos pocos centímetros, para permitir que los técnicos de emergencias embalasen los monitores, y así poder sacar la camilla de la ambulancia.
—No, está respirando por su cuenta. No ha perdido en ningún momento el pulso o la presión.
—¿Ha estado consciente después del accidente?
—No, lleva inconsciente desde que la encontramos, —dijo Jisoo un poco desanimada, —creo que nos enfrentamos a un traumatismo craneoencefálico cerrado.
—¿Qué hay de la sangre? —Preguntó Somi, señalando la mancha en las sábanas, y los restos por el cuello de Lisa. Levantó y flexionó las extremidades de Lisa mientras hablaba. —Buen tono, sin hiperreflexia.
—Tiene un corte en la cabeza, algo la golpeó, —murmuró Jennie, haciendo una mueca mientras se levantaba. Tenía las piernas doloridas por las heridas que no había notado antes, y sus músculos estaban agarrotados de permanecer tanto rato de rodillas en el suelo de la ambulancia.
—¿Kim? —preguntó Somi, mirando de nuevo a la residente, para dar confirmación a los paramédicos de que sacaran la camilla de la ambulancia. A una señal de asentimiento de Jisoo, Somi añadió: —Antes que nada, quiero un escáner de su cabeza. Ya lo han preparado y nos están esperando. ¿Te parece bien?
—Sí. Iré con usted, por si acaso hay alguna complicación, —respondió Jisoo mientras salía, con Jennie y Rosé pisándole los talones.
Corrieron al lado de la camilla de ruedas empujada por los paramédicos. Somi estuvo a punto de sugerir que los civiles esperaran en la sala de admisión de trauma, pero una mirada al rostro de la castaña le hizo cambiar de opinión. Mentalmente suspiró, pensando que no podría estar más metida en todo aquel zoológico de lo que lo iba a estar, teniendo en cuenta quién era la paciente y que parecía que nada menos que una explosión nuclear podría mover a aquella mujer del lado de Manoban.
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Suposiciones destrozadas┃ JENLISA
RomanceLa Dra. Lalisa Manoban jamás permitiría que su unidad de traumatología fuera tema de un documental. Las luces y las cámaras no tienen sitio en un hospital. No hace falta decir que a la doctora no le hizo ninguna gracia cuando Jennie Kim, una cineast...