—Jaque mate.
—No.
—Lo siento.
Lisa se echó hacia atrás en la silla con un suspiro, arqueó la espalda para estirar los músculos agarrotados, y se frotó la cara con fuerza con ambas manos. —Ha sido patético.
—No es verdad, —dijo Jennie con sinceridad. Miró a Lisa fijamente, y agregó. —Y lo sabes.
—Bueno, —Lisa sonrió, —hubiera sido menos patética si hubiera ganado una partida al menos.
—Has estado... cerca.
—Ajá, —asintió la cirujana. —Cerca es la palabra clave. Usted no hace prisioneros, Srta.Kim.
—No creí que quisieras que lo hiciera.
—No lo hago. Quiero ser asesinada de manera limpia y con el menor sufrimiento posible.
—Lo recordaré, —respondió Jennie con una leve sonrisa. Miró el reloj, ya que lamenta que su interludio privado, pronto se vería interrumpido por la rutina de la mañana. En cualquier momento, Lisa le diría que tenía que irse a la UCI para las rondas, y el encanto y la conexión se rompería. Le extrañó, lo relajada que había estado Lisa las últimas horas. De todas las cosas que Jennie podría decir de la formidable cirujana, relajada no era una de ellas. Había sido muy agradable, estar a solas con ella de esta manera.
—Vamos a tomar aire, —sugirió Lisa repentinamente, reacia a decir adiós. No necesitaba mirar el reloj para saber la hora, de hecho, ella nunca usaba uno. Siempre lo sabía. —El sol está a punto de salir.
Jennie estaba demasiado sorprendida por la invitación, para responder con algo más que un asentimiento con la cabeza, cuando Lisa se puso de pie. ¿De dónde saca la energía? pensó.
Con una gran sonrisa en la cara, caminó rápido para mantener el ritmo, resistió el impulso de acercarse más y coger su mano, sólo para tocarla.
Unos minutos más tarde, se encontraban una al lado de la otra, apoyadas en la pared de la azotea con los brazos cruzados, mirando cómo el color amenazaba con estallar en el cielo. Era curiosa la serena forma en que transcurrían esos últimos momentos de la noche, justo antes de que llegara la mañana y trajera el caos y las exigencias del día.
—¿Qué vas a hacer hoy? —preguntó Jennie, mirando a la cirujana. Probablemente no debería preguntar, pero no podía evitarlo. Quería saber dónde iba Lisa, que hacía cuando se ponía los vaqueros y salía por la puerta. ¿En quién piensas? ¿Quién te toca?
—¿Después de las rondas? —preguntó Lisa pensativa, mirando al frente, cogida por sorpresa por la pregunta. —Pasaré por la oficina, hablaré con Naomi. Me aseguraré de que todo está bajo control allí, y si luego no hace demasiado calor, tal vez vaya a correr por el parque. —Volvió la cabeza para estudiar a Jennie. Me gustaría coger la motocicleta y poner rumbo a cualquier lugar, siempre y cuando estuvieras conmigo. Quiero sentirte apoyada en mi espalda, envolviendo tus brazos alrededor de mí. —¿Y tú?
—Rosé y yo revisaremos algunas imágenes. Me pasaré por la oficina, me pondré al día con mi secretaria y el equipo de producción. Me aseguraré de que todo está bajo control. Y si no hace demasiado calor por la tarde, tal vez vaya al gimnasio.
Lisa sonrió con un poco de tristeza. —Esto da miedo, ¿sabes?
—Sí, —aceptó Jennie solemnemente. —Lo sé.
—¿Puedo invitarte a comer en algún sitio? —preguntó Lisa impulsivamente. Antes de que hubiera tiempo para una respuesta, el sol coronó detrás del hombro de Jennie, y la luz le bañó un lado de la cara, haciéndola resplandecer. Suavemente, sin pensar, Lisa murmuró: —¡Dios, eres preciosa!
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Suposiciones destrozadas┃ JENLISA
RomanceLa Dra. Lalisa Manoban jamás permitiría que su unidad de traumatología fuera tema de un documental. Las luces y las cámaras no tienen sitio en un hospital. No hace falta decir que a la doctora no le hizo ninguna gracia cuando Jennie Kim, una cineast...