27-Mañana y falta

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Narradora

Los rayos del sol entraban por la ventana, Alastor que todavía seguía dormido buscaba con su mano a aquella persona que lo acompaño.

Mal momento, en aquel nido solo estaba el, se levantó de golpe mirando a todas partes, nada...

¿Se fue? Le pregunto a su sombra, la misma levantó sus manos en son de que no sabía. Varias cosas pasaron por su cabeza, se tocó el cuello para verificar si fue un sueño de mal gusto pero ahí seguía la marca del alfa.

Su respiración estaba agitada, que podía hacer no estaba aquel alfa que dijo que se haría cargo del mismo.

¿Otra vez fui un error Lucifer? Le pregunto al aire.

Nada... Solo se sentó en el suelo y abrazo sus rodillas mirando la puerta de su pieza. Tenía la mínima esperanza de que el alfa de baja estatura entrará a la habitación.

Espero un rato, primero fueron segundos, minutos ¿horas? Sus orejas bajaban con el paso del tiempo y sus ojos acumulaban pequeñas gotas de agua que se negaba a soltar para caer al suelo.

Aquella pieza que antes se adornaba de feromenas alegres y amorosas cambió por completo, solo se sentía miedo y tristeza en el ambiente. ¿Qué horas son? Se interrogó mirando aquel reloj antiguo que ya hacia en la mesita de noche, 10:30 marcaba -es muy tarde ¿a que hora me desperté?- Recapacito un tiempo, 7:00 ya me acorde, miró nuevamente a la sombra que ya hacia en una esquina con mirada decaída, nego con la cabeza.

—Solo fuimos usados nuevamente querido -Alastor vio aquella figura oscura que se negaba a creerlo, aquel corazón que estaba sanando volvió a quebrarse- Ya esperamos tres horas e inclusive más, el no va a volver.

Se levantó, abrió su armario y se cambió de vestimenta, al parecer necesitaba la compañía de su más querida amiga en esos instantes. Abrió la puerta principal de su cuarto y salió del lugar, bajo las escaleras y miró abajo, el lugar estaba lleno de las parejas del hotel, no hizo más que darles un buenos días e irse de aquel lugar. Fred lo saludo y salio con el a la calle.

Camino por las calles riendo por cada demonio que corría por su vida.

No he perdido el toque al parecer ¿verdad? Miró a su pequeño asistente.

—Señor usted es grande, todos lo respetan no se atreverían a hacerle daño -le dijo el más bajo moviendo sus manos mientras hablaba-

—Ja, ya veo... -se arrodillo para dirigirse al más pequeño- ¿ya desayunaste querido? -recibió una negación con la cabeza- Entonces vamos a la cafetería de siempre, al parecer te gustó bastante sus aperitivos de aquella vez. -el pequeño huevo salto de emoción y le dio una sonrisa para volver a caminar-

Llegaron al lugar, recibidos por una pequeña cabrita según Alastor tenía la apariencia de una alma que debía estar en el cielo. La contraria los saludo amistosa y empezó a servirles el desayuno, de tantas veces que fueron al lugar ella ya sabía de memoria sus pedidos.

Provecho, disfrútenlo Les dio una sonrisa cálida mientras les servía el desayuno. También dejó unos postres que al ciervo le dejo confundido.

—Tranquilo la casa invita, con tal de que un día hagas una de tus shows, al público le facina tu voz cuanto cantas y la vibra que tienes alrededor, aunque siempre te van a tener miedo -la miro riendo un poco por la cara del locutor-

—Como no hacerlo querida, tómalo también como mi disculpa por la impresión que tuviste de mi en la carnicería -le dio una de sus sonrisas y empezaron a comer en cuanto se fue la cabrita-

Alastor ayudo a limpiar a su ayudante las migajas que le quedaron en la cara, Fred siempre estaba alegre por si jefe y como lo trataba aunque de igual forma extrañaría a Sir pentious. Se levantaron de la mesa, el ciervo pago y se despidieron de la conocía.

Llegaron al barrio caníbal, siendo recibido por todos los residentes del lugar. Llegó a la boutique de su estimada, ingresaron y rió un poco por los chistes de su amiga.

Querida si el no cambia traimelo al menos servirá de comida y si no sirve ni para eso pues... A dárselo a los perros ja, siempre funciona.

La dama iba a saludar a los nuevos clientes, sorprendida al ver quien era corrió hacia su amigo para darlo un beso en la mejilla y un jalón de orejas por no haberla visitado antes.

—Querida sabes muy bien que estuve ocupado -hablaba el más alto intentando safarse del agarre que tenían a sus orejas- Además no vine solo por eso -la mayor lo dejo jalar mirando a su estimado que bajo la cabeza y sus orejas, definitivamente algo pasaba y no era el lugar para enterarse.

Lo sujeto de la mano, lo llevo a una habitación a parte, lo sentó y le dio una vaso de agua.

—Te hizo algo, adivino Lucifer -el ciervo desvío la mirada- Ya sabía yo, dime todo y exageralo si es posible.

Por otra parte estaba Fred, que comía sus galletas con leche esperando a que terminaran de conversar. De todas formas no le debía interesar.

—Tu sabes que mi celo termino hoy -la dama asintió con una taza de té en la mano- Lo pase con el -no hubo reacción- Y al despertar ya... No estaba -se estaban acumulando lágrimas en sus ojos- Lo espere, pensé que tal vez había ido a algún lugar y volvería, no... Nunca vino y no se que hacer -la taza de la contraria se cayó al suelo-

¿Tengo miedo, fue acaso otra juego? Miró a su amiga buscando una respuesta a su duda.

Rossie solo se levantó y lo abrazo, muy bien sabia que esos temas eran bastante delicado para el ciervo. Es mismas interrogante se lo hizo en vida por otra persona. Y ahora... Pasa la misma historia con diferente persona.

—Querido ¿por qué él? -le dijo sobando su espalda mientras el otro lloraba, sacando leves quejidos de dolor-

No lo se, solo lo amo no quiero llorar, no quiero sufrir, no otra vez ayúdame Rossie, por favor no estoy bien...

La mayor lo abrazo más fuerte intentando calmarlo, le destrozaba el alma verlo así, el cuento se estaba volviendo a leer pero varias cosas fueron cambiadas y más dolor hubo en cada una de sus páginas.

Un Amor Confuso Y DolorosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora