7. Sin fondo

53 8 51
                                    

Suena música clásica en el equipo de música de mis padres.¿Quién tiene uno hoy día? Con un altavoz bluetooth y un móvil no necesitas nada más... No sé si están poniendo ese género porque les gusta —que así es—, porque quieren aburrirme o quieren controlar mi mal humor, mis reacciones irracionales y mi tristeza sin fin. Sí, debe de ser eso último.

Hace dos semanas que dejé el hospital. No te haces una idea de cómo fueron esas primeras noches. Entre las pesadillas y los dolores no pude hilar más de una hora continuada de sueño. Por muchos analgésicos que me tomara, nada borraba ni el dolor físico —y mucho menos el de mi alma.

De repente me encontré con una nueva Esperanza. Una chica que no conocía —ni conozco todavía. Es una joven amargada, desahuciada y solitaria. Violenta por momentos. Rencorosa. Es posible que sea normal, pero tengo ganas de soltar toda esta amargura de formas que me dan miedo de nombrar. Creo que soy un caso perdido. ¿Cómo puedo levantarme de todo esto?

Mis amigas se disculparon conmigo por no haberme ido a visitar al hospital. Me dijeron que no sabían cómo presentarse y darme ánimos tras todo lo que había pasado. Esta nueva Esperanza no trata de comprenderlas, porque debería ser al revés: ellas deberían de haberse esforzado por mí. Yo les habría agradecido el interés por querer venir, pero les habría dicho que no vinieran. Sus excusas ahora no me sirven. No quiero verlas ni ahora ni nunca.

Soy una persona deprimente. Si tú fueras mi amiga, seguramente saldrías corriendo. Habrías escapado de esas situaciones tan incómodas, que tantas dudas generan: «¿Cómo la trato? ¿Qué le digo? ¿Está bien que me sienta feliz cuando ella se está hundiendo cada día un poco más? ¿No es mejor que me vaya para que no me arrastre con ella?». Así como hicieron esas tías con las que alguna vez...

—Espe, ¿quieres que te traiga algo para picotear? —Mi madre es tan servicial que me hace sentir mucho peor—. He hecho batido de plátano y fresa. También te puedo traer unos piquitos, queso y...

—No me entra nada, mamá —respondo y agarro un libro que había por ahí dando vueltas.

¿Árboles de Ceniza? ¿Qué clase de título es ese? Aún así, lo abro y empiezo a leer unas pocas páginas para que mi madre me deje en paz. Nada más se va estoy tentada de tirarlo lo más lejos posible, pero sigo leyendo. Por un momento deseo estar en esa aventura que parece que va a vivir Ari.

¡Joder! No estoy yo ahora para novelas de juveniles hormonados que no saben distinguir la ansiedad real de la imaginaria. ¡Qué saben ellos lo que es el verdadero dolor! ¡El miedo de morir! O ¡el puto deseo de querer estar muerta porque ya nada más importa! Tenía un propósito, una identidad y ahora... ¿qué me queda más que múltiples fracturas en mi cuerpo y un aborto?

¿Sabías que mientras me curaban mi placenta se desprendió también? Si hubiera tenido que parirla sabiendo que mi pequeño bebé había muerto ahí...

¡Oh, dios! ¿Por qué tiene que ser tan duro todo?

El móvil que me prestó mi padre vibra. Es un mensaje de Amaia. Aunque no te lo creas, le dejé mi número. No sé qué es lo que tiene esa chica que tan sólo ver su nombre en la pantalla me anima. Abro el WhatsApp y me encuentro con el siguiente mensaje:

 Abro el WhatsApp y me encuentro con el siguiente mensaje:

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¡Qué tía! No tengo ganas. O eso quiero yo creer. No sé siquiera si puedo tomar nada de alcohol dadas las circunstancias. Tampoco me apetece estar en casa de mis padres. Creo que necesitan librarse de mis caras de culo y mi amargura. No soy buena para nada.

Además de toda la mierda que tengo encima, se agrega que ya no sé qué propósito tengo. Antes era, dejando la maternidad de lado: esforzarme por ser la mejor en mi trabajo para que me ascendieran a encargada. Embarazada o no, mi futuro en Stylez está comprometido. No puedo ir a Marbella y mi baja les gusta mucho menos. No quiero volver tampoco. Me dan asco. ¡Todo me da asco! Quiero desaparecer de Málaga y empezar de nuevo en algún otro lugar donde no sea nadie. Una ciudad en la que pueda ir a comprar, a salir a tomar algo con nuevas amigas, pasear por la calle, sin que tenga miedo de que alguien me importune y me diga si no soy esa chica maltratada. ¡Eso soy ahora: la pobre chica maltratada!

¡Estoy cansada de esta mierda! Tan sólo quiero volver... ¡Volver a qué, estúpida! No hay retorno a nada. Todo lo que fui... ¡es historia!

El teléfono vibra de nuevo y veo un mensaje de un número oculto. Estoy tentada a borrarlo sin siquiera leerlo. Las pocas palabras de la notificación hacen que me eche a temblar: «Te conviene leer este...». No debería... Sin embargo lo abro y me encuentro con una foto de Dulce atada a un árbol. El mensaje dice:

«Te conviene leer este mensaje. Retira la denuncia o Dulce no lo va a pasar bien hasta que la encuentres».

—N-no...

Siento una opresión en el pecho, un peso sobre mi cuerpo que no deja de crecer y me aplasta, mi corazón late desbocado, mientras mojo la camiseta de sudor. ¡Me falta el aire!

—¡Qué pasa, Esperanza! —exclama mi madre cuando corre hacia mí, asustada. Creo que estoy gritando. Creo que estoy tirándome del pelo, golpeando al sofá y tirando contra el suelo todo lo que está a mi alcance.

—¡Te voy a matar, hijo de puta! ¡Hazle algo a Dulce y te voy a matar!

Amenazo, insulto y sigo destrozando toda mi alma.

Si le pasa algo a Dulce, lo mataré. Lo juro que si lo encuentro, lo mataré.

 Lo juro que si lo encuentro, lo mataré

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Lo estoy pasando mal con la novela. No soy de escribir historias tan dramáticas y cada capi requiere un esfuerzo mayor, porque agrego más cargas sobre Esperanza y cada vez profundizamos más por un lado oscuro de la vida.

Al menos tiene a Amaia, que va a ser un gran apoyo durante la historia (tanto que ya me ha cambiado la trama a cómo la tenía pensada en un inicio).

Por cierto la novela que intenta leer Esperanza la tenéis aquí: "Árboles de Cenizas" que es una gran novela de mi amiga y compañera NSanchez0000. Cuando esté mejor Espe, ya le dará una oportunidad, pero no está de humor para leerla.

Como siempre, ¡gracias por vuestra compañía!

Todas Las Sonrisas Que No VeréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora