Camino dando tumbos por las calles repletas de personas del centro de Málaga.
No tengo ni idea hacia dónde voy... tampoco me interesa.
He perdido la cuenta de las cervezas que he bebido. ¡Creo que he dejado al pub sin recursos!
En algún momento desapareció mi muleta y voy cojeando. Arrastrando esa pierna y emitiendo un lamento entre la risa y el llanto. Tengo que ser algo curioso de ver...
¡Esta es una de esas noches en las que te das cuenta de que has triunfado! He perdido la cuenta de los tíos con los que me he enrollado.
¡Oye! ¡Creo que voy a cerveza por tío! Un grupo que estaba de despedida de soltero han sido bendecido por mis besos. ¡Incluso el homenajeado! Muchos de ellos tendrían pareja e, incluso, alguno podría ser padre.
¡Si es que son todos iguales! Pocos hombres se resistirían a la oportunidad de enrollarse con una tía que se les entrega, cuando hay una gran probabilidad de que sus parejas nunca se enteren. Estos eran de Madrid. Ellos no tienen mi Instagram. No saben ni siquiera mi nombre. Y yo lo mismo.
¿Cómo lo llamaban esto los boomers? ¿Una canita al aire? No importa la época...
—¡Oye, guapa! Nos vamos ahora al Orleans. Nos hacen descuentos con las copas y hay un buen ambiente. ¿Te apuntas? Las bebidas corren por nuestra cuenta.
Si no me equivoco, ese que me habla era quien se casaba.
Se acerca mientras sus amigos están un par de pasos detrás de él. Me abraza y lleva su mano un poco más debajo de mi cintura.
—Vo-voy a pedir lo más caro que... que haya —aviso.
Estoy sin un duro y no tengo ganas ni de buscar un cajero ni de volver a casa de Amaia para que me dé un nuevo sermón. Al final voy a terminar de patitas en la calle...
—Para ti, lo que quieras —acepta, y me lleva de vuelta con sus amigos que lo vitorean y corean: «¡boquerona! ¡boquerona!».
Minutos después estoy bebiendo mi segundo Jack Daniels, tan cargado que creo que lo que menos tiene es Coca-Cola. Tampoco es tan caro... No me da la puta cabeza para mirar la carta de whiskies y pedir el mejor.
Me muevo al ritmo de la música... ¡O eso creo! Tampoco me importa mucho. Todos estás tan borrachos como yo...
—¡Joder! —exclamo al sentir como algún gilipollas que no sabe bailar me tira al suelo.
El novio de oro me ayuda a levantarme agarrándome de la mano y tocándome el culo sin reparo.
—Debería haberte conocido antes, boquerona. Pocas veces he visto una tía más sexi que tú.
—No te encuentras a cojas como yo todos los días...
Lleva sus labios a mi cuello y me lo empieza a besar. Otro se pone detrás de mí me toca el culo. Tengo la mente tan nublada que no sé cómo procesarlo. Lanzo un gemido cuando siento que la otra mano del novio se mete entre mis bragas y me toca el coño.
—Joder, tía. Estás muy húmeda. ¿No quieres buscar un sitio tranquilo...?
—No.
Es lo único que logro decir. Viene otro del grupo me agarra la cara y me besa. Esto no me está gustando. Una cosa eran los besos de antes, pero no quiero follar ni que me toquen así.
No soy capaz de articular ni una palabra. Una neblina está cubriendo tanto mi razonamiento como mi procesamiento de la realidad. ¿Estoy soñando?
Quiero frenar esto.
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Todas Las Sonrisas Que No Veré
Romance❤️🩹Novela finalista en The Wattys 2024❤️🩹 Esperanza tenía una vida de ensueño: un trabajo en el que estaba creciendo, una vida social envidiable, una pareja perfecta y un embarazo espectacular... Hasta que todo se hizo añicos. Cuando se despiert...