La finca de la familia es muy parecida al apellido: histórica y grandiosa, el edificio principal es una adaptación moderna de la estructura tradicional, rodeado de cuidados jardines y senderos de grava. Cada rama de árbol, cada teja de tejado, cada puerta adornada cuenta historias de riqueza y prestigio. Cada paso por el terreno recuerda a los visitantes un privilegio y una clase que no se puede comprar, ganar o robar.
Hoy la propiedad zumba, el olor a comida flotando con la fresca brisa de septiembre, bajos niveles de charla indistinta como un murmullo zumbante en el fondo. Renjun no puede reconocer a nadie más que seis personas.
Hay grupos de hombres y mujeres en hanboks tradicionales, inmersos en una conversación sería, volteando a mirar hacia arriba y con el ceño fruncido a su alrededor de vez en cuando. Docenas de hombres y mujeres elegantemente uniformados se apresuran por el jardín, llevando ramilletes de flores y platos calientes de comida.
—¿Estas seguro de que estamos relacionados con toda esta gente? –Chenle pregunta, sus grandes ojos escaneando a la multitud.
—No estas relacionado con ninguno de ellos. –dice Renjun, tratando de ignorar los ojos escrutadores de sus parientes lejanos mientras se dirige a la puerta principal.
Chenle jadea enfrentándolo. —Soy tu primo, ge...
—Por parte de mi madre. –se vuelve hacia Chenle y levanta una mano para palmear su cabeza delicadamente. —Está bien te mantendremos cerca
Chenle abre la boca para responder con algo que probablemente piensa que es mordaz, pero que solo hará que la sonrisa de Renjun se ensanche. En cambio, Chenle suspira fuerte y suelta una burla molesta.
—¿Quién los dejo pasar sin una escolta? –Taeyeon pregunta frustrada, mirando hacía los reporteros. Renjun arquea y mira hacia donde está su tía, su cara vuelve a tener una expresión en blanco y desinteresada. —Me ocuparé de esto, –dice ella en voz baja. —Tú ve a saludar a la abuela –y se aleja hábilmente de Renjun y Chenle, mientras se acerca a los periodistas con una amplia sonrisa de bienvenida.
—Ah, Sr. Suh bienvenido. ¿Puedo darle un recorrido? -ella toma del brazo al Sr. Suh y lo lleva lejos por el jardín.
Renjun se traga su risa cuando entra a su casa, su tía es la joya escondida de la familia.
—Abuelita he llegado. –Chenle grita, saltando a la sala de estar.
Renjun le sigue considerablemente más despacio las manos juntas detrás de su espalda. Encuentra a Chenle a lado de la abuela jugando con la tela de su hanbok y preguntando por su salud.
—Estoy bien. –dice y sus ojos se centran en Renjun, sus labios se fruncen en un gesto que ha sido parte de su expresión desde antes que Renjun naciera.
—Ah, este no podría ser mi nieto, tiene un aspecto familiar, pero Renjun nunca me visita, nunca me llama. –dice arqueando una ceja.
Renjun se sienta en el sofá frente a su abuela y asiente a modo de saludo. —Encantado de verte abuela.
La abuela se gira hacia Chenle y susurra en voz alta para que Renjun pueda escuchar —¿Quién es este extraño? ¿Lo dejaste entrar?
Renjun la ignora y mira alrededor de la casa a los bullicios decorados, uniformados en el pasillo tratando de fingir qué no están mirando. Vuelve a mirar a su abuela y trata de decir cortésmente en beneficio personal. —El lugar se ve muy bien.
—Es viejo. –se queja ella encogiéndose de hombros con disgusto. —Siempre hay algo que necesita reparación, la mitad de nuestras ganancias entran en esta casa que se desmorona.
—¿Hiciste los cálculos tu misma? –Renjun responde manteniendo su expresión sería.
—Si lo hice en este momento en mi mente.
—Ah, lo calculó en este momento, hasta el mismo billete ganado
—Hasta el último centavo, exactamente el cincuenta por ciento.
—Usted cometió un pequeño error, en realidad es el cincuenta y dos punto uno por ciento de nuestras ganancias. –dice Renjun con los ojos fijos en su abuela. Él se encoge de hombros. —Es un pequeño error puedo entender.
La abuela de Renjun entorna los ojos y arquea las cejas. —No me desafíes niño.
Una sonrisa casi rompe de sus labios, luego frunce el ceño de nuevo, hechando un vistazo alrededor de la habitación. —¿Hay alguna razón por la que invitaste a la mitad de Corea a Chuseok? –él pregunta cambiando el tema.
—Los invito todos los años. –responde alejando las manos de Chenle de su hanbok, su paciencia finalmente termino. —Son solo buitres dando vueltas por un lugar ahora que saben que me estoy muriendo.
Renjun se pone tenso y traga una burbuja histérica de pánico. Sus ojos se oscurecen y frunce el ceño. —No te estás muriendo –dice a cambio, recordándose a si mismo la costumbre de su abuela a exagerar.
—No sabia que estaba envejeciendo hacia atrás –responde bruscamente, reflejando el ceño fruncido de Renjun, las arrugas en su rostro cada vez más profundas. —Me gustaría verte casado antes de que me vaya de este mundo. –ella toma una carpeta que esta a su lado, sosteniéndola en dirección de Renjun. —Esta es la sobrina nieta del presidente Yoo, echa un vistazo.
Renjun hace una mueca de desagrado.
Tiene que terminar, piensa. —No te estas muriendo y no voy a tener otra cita de matrimonio.
Su abuela mueve la carpeta en su dirección. —Soy más vieja que tu niño, haz lo que te digo.
—Abuela, tal vez no deberías –dice Chenle suavemente tratando de calmar la situación, él alcanza lentamente la carpeta, pero ella logra mantenerla en su mano y la agita más agresivamente hacia Renjun.
—Ya he establecido la fecha. –continúa.
—NO. –dice firmemente, fijando los ojos en su abuela, la determinación vibrando a través de su sangre.
—Dame una razón...
Renjun escucha que la puerta de la sala de estar se abre en un clic y pasos atrás después de aquel sonido.
—Ah, toda la familia está aquí. –dice alegremente Taeyeon. —Señor Oh, señor Jung, talvez ahora sería un buen momento para una buena foto familiar para el periódico.
—Tia, no ahora... –comienza Chenle.
—Soy gay. –dice Renjun, fuerte y triunfante. Tiene un breve momento de lástima por su tía, pero es solamente momentánea cuando ve parpadear los ojos de su abuela.
—¿Tu eres qué? –ella pregunta boquiabierta.
—Gay, me gustan los hombres, exclusivamente –él se encoge de hombros presumido. —Así que no tiene sentido casarme. –Renjun oye el clic de la cámara y la risa forzada de Taeyeon.
—¡Qué bromista es nuestro Junnie!, ah caballeros tal vez deberíamos...
—Oh por favor, Taeyeon, no estoy avergonzada de mi nieto. –dice y luego voltea hacía los periodistas. —Toma fotos, haz tus preguntas. –ella arroja la carpeta sobre la mesa de café en derrota. —Podrías haberlo dicho antes y haberme ahorrado el problema. –le dice a Renjun, frunciendo el ceño. Taeyeon suspira pesadamente detrás de él y él puede oírla murmurar sobre un solo Chuseok pacífico, solo uno.
Sonríe y se encoge de hombros otra vez, contento de que los esfuerzos de su abuela hayan terminado.