Renjun sabe que está echando humo, pero el conocimiento no lo ayuda a calmarse. Agarra el volante con demasiada fuerza, pisa el pedal del acelerador con demasiada fuerza, toma los giros demasiado fuerte. No puede creer cómo los Lee tratan a Jeno, no puede creer que Jeno vivió allí, creció allí por más de diez años. Sabe con certeza de que si así es como hablan a Jeno frente a los invitados, entonces las palabras a puerta cerrada deben cortar heridas profundas.
Lanza pequeñas ráfagas de ira durante el viaje de vuelta a casa. —No puedo creerlo, como puede salir eso de sus putas mentes, y joder, ¿que quieren decir con caridad?, cuando tú eres el que hace todo por ellos. –Jeno no dice mucho, solo responde calmadamente, lo sé, Ren en un tono apaciguador que Renjun no quiere admitir que funciona.
Los ojos de Jeno no dejan de mirar a Renjun durante todo el viaje a casa, y lo sigue en silencio por el ascensor y por el pasillo hasta su departamento.
Renjun se quita los zapatos, sin molestarse en dejarlos junto a la puerta, entrando en la cocina en busca de agua.
—Son unos hijos de puta. –dice cuando Jeno entra tras de él. Jeno sonríe y se encoge de hombros, con las manos en los bolsillos de sus pantalones. Los ojos de Renjun parpadean y se aclara la garganta, dirigiéndose al refrigerador para tomar una botella de agua. —Viviste con ellos durante diez años, ¿cómo no te volviste loco? –Renjun cierra la puerta del refrigerador y mira a Jeno. —¿Por qué estás tan tranquilo acerca de esto? ¿Por qué soy el único enojado aquí? –Jeno abre la boca para hablar, pero Renjun levanta la mano que sostiene la botella de agua, deteniéndolo. —Y no me digas que estás acostumbrado, o no está mal. No me digas esa maldita mierda Jeno –
Jeno se apoya contra el mostrador frente a Renjun, la sonrisa todavía arrugando las líneas alrededor de sus ojos. —No iba a hacerlo
Renjun se toma un trago de agua y le hace gestos con la botella. -¿Bien?
Jeno inclina la cabeza hacia un lado, contemplando a Renjun, sus ojos vagando de arriba abajo. Se aparta del mostrador y entra en el espacio de Renjun, con los dedos quitandole la botella de agua. Se inclina hacia adelante, el pecho de Jeno rozando contra el hombro de Renjun mientras Jeno deja la botella sobre el mostrador detrás de ellos.
La respiración de Renjun se atora en su garganta, su corazón se agita en su pecho. El calor se acumula en su estómago cuando capta el aroma de Jeno, las manos de Renjun se apoyan en los hombros de Jeno de manera inconsiente, sin un pensamiento en concreto. La camisa de Jeno es suave debajo de los yemas de sus dedos. Jeno se retira lo suficiente como para mirar cuidadosamente a Renjun. Su mano se levanta y empuja el flequillo de Renjun hacia atrás de su frente, trayendo el cabello qué puede detrás de la oreja. Sus dedos permanecen en la oreja de Renjun y Renjun reprime un escalofrío qué le sube por la espalda. —Iba a decir gracias. –dice finalmente Jeno, con voz calida junto a la oreja de Renjun.
Renjun lo mira boquiabierto, con las manos aún sosteniendose de los hombros de Jeno. --¿Por qué?-
—Por defenderme, por preocuparte. –Jeno sonríe, su mano cae de la oreja de Renjun a su cuello. --Gracias. -dice de nuevo, inclinándose.
Las párpados de Renjun se cierran cuando siente que los labios de Jeno se presionan contra los suyos. Él se pone de puntillas, empujando hacia arriba en el beso, los dedos enroscandose alrededor de la tela de la camisa de Jeno. La mano de Jeno está caliente contra su cuello, masajeando, su pulgar roza la línea de la mandíbula de Renjun.
Los labios de Renjun se separan, exhalando en la boca de Jeno. Su mente se vacía de todo menos del calor del abdomen de Jeno irradiando a través de la seda de su camisa y la presión de sus labios contra los de él. Él quiere la lengua de Jeno en su boca, quiere probarlo y beberlo. Él quiere los dedos de Jeno en su cabello, tirando de sus mechones. Él quiere presionar sus manos en cada musculo de Jeno, quiere sentir su fuerza sangrando en la piel. Él quiere a Jeno y ni siquiera puede recordar que no está permitido. Muerde el labio de Jeno y la respiración de este se estremece entre ellos y Renjun vuelve a morder jalando su labio con más insistencia, desliza su muslo entre los de Jeno, presionando su cadera contra la ingle de Jeno y el contorno endurecido de su pene. Jeno deja salir un sonido desde lo más profundo de su garganta y este queda amortiguado entre sus bocas, pulgar presionando en el punto del pulso de Renjun en su cuello. La presión es firme, una mancha de fuego en la piel de Renjun. Él quiere más de eso. Más de los dedos de Jeno creando incendios, más de los gruñidos de Jeno en su boca. Él quiere más de Jeno, siempre más de Jeno, nunca será lo suficiente. Sus codiciosos dedos arañan los pectorales de Jeno, tirando insistentemente de la tela de su camisa, sin embargo, en lugar de más, Jeno retrocede, rompiendo el beso, y todo lo que Renjun puede hacer es perseguirlo. Está confundido y desesperado, necesita la lengua de Jeno en su boca, necesita el embriagador aroma de Jeno. Él trata de agarrar a Jeno, pero Jeno suelta una risa entrecortada, espesa y excitante. Sus dedos se flexionan sobre la tela que aun arruga en sus manos.