Renjun no sabe cuánto tiempo pasa mirando la firma de Jeno en los documentos. Él sigue trazando la tinta negra con la punta de los dedos, tratando de sentir el volumen de la misma. Parece que no puede respirar adecuadamente, inhalando con un hipo, exhalando en un bufido.
Sigue diciéndose a sí mismo que no se arrepiente. Este dolor mejorará. Este dolor se desvanecerá un día. Es mejor ser arrojado a las olas de un dolor de corazón temporal que esperar que Jeno esté tan permanentemente incrustado en su sangre que sus venas canten con él. Es mejor de esta forma. Él estará bien de nuevo. Él tiene que encontrar los candados a sus paredes de nuevo. Hizo lo correcto.
No sale de su estado casi de trance hasta que oye el ruido sordo de los pasos que se acercan y un grito de protesta. Frunce el ceño y se pone de pie, dando un paso alrededor de su escritorio justo cuando se abre la puerta de su oficina se abre con un golpe y Anton se lanza sobre de él.
—Idiota –grita el menor, dándole un fuerte golpe de puño.
Antes de que Renjun pueda reaccionar, el puño de Anton lo golpea en el lado izquierdo de su rostro. Renjun tropieza contra su escritorio, golpeándose la cadera lo suficientemente fuerte como para herirlo. Oye el ruido de objetos que se caen de su escritorio mientras trata de recuperar el equilibrio. Su mano se acerca para tocar con cuidado su mandíbula, escupiendo un poco de sangre y haciendo un mueca ante el dolor palpitante.
— ¡Señor! —el asistente de Renjun entra a la oficina. —¿Está bien? Voy a traer seguridad
— No — dice Renjun, su mandíbula protestando con el movimiento. Sabe a hierro su boca y aparta los dedos, manchas de sangre en ellos. —Me lo merezco—él mueve su mano hacia su asistente. —Está bien, puedes irte
Su asistente mira a Anton con cautela, pero hace lo que el dice, saliendo lentamente y cerrando la puerta suavemente detrás de él.
Renjun finalmente mira a Anton, ve sus ojos abiertos y llenos de lágrimas, furia en sus labios, pero algo parecido a una traición en el surco de sus cejas. Renjun arquea una ceja y se frota el lado de la boca con una manga. —¿Quieres pegarme otra vez?
— ¿Fue falso? —Anton acusa, ignorando a Renjun. —¿Todo este tiempo, me mentiste?
Renjun suspira. —Jeno fue quien quería engañarte. Solo estaba siguiendo su petición.
—No me importa el lado de Jeno en esto. Te dije lo importante que es para mi, te dije que no puedo dárselo a nadie que no lo atesore
—Lo siento...
—Confíe en ti.
—Fue un acuerdo desde el principio –dice Renjun, con voz tranquila. — Nunca hubo ningún sentimiento real
—Jeno–hyung te ama.
El dolor en el pecho de Renjun late, agudo e insistente, dominando el dolor de su mandíbula. —¿No es eso lo que querías en primer lugar? Nos divorciamos, tu deseo se hizo realidad.
Los ojos de Anton parpadean, sus dedos se cierran en puños, temblando a su lado. —Pensé que nos estábamos convirtiendo en una familia
La cara de Renjun se atenúa. —No tengo una familia, niño. Tu hermano nunca iba a cambiar eso.
Anton se lanza de nuevo para golpearlo otra vez, pero alguien lo detiene. Ambos se voltean a ver a Chenle, jadeando, agarrando fuertemente la camisa de Anton en su mano. —Suéltame, hyung — dice
Chenle niega, expresión serio y enojado. — Esto no va a ayudar a tu hermano —él jala a Anton hacia atrás y lo empuja bruscamente hacia la puerta. —Vamos, Jeno-hyung necesita tu ayuda para llevar sus cosas a tu casa