Macau es emocionante. Multitudes de personas caminando, ruinas, compras y espectáculos, comida de todo tipo para degustar y saborear. Durante el día, Renjun se ve atrapado en reuniones y negocios y Jeno tiene todo el tiempo del mundo para simplemente vagar. Sale con su teléfono y un sombrero, sin un plan, sin un mapa, solo él y sus pies. Es terapéutico. Sus pies comienzan a doler, pero su mente comienza a despejarse y vaciarse. El estrés y las preocupaciones de las últimas semanas se desvanecen con cada paso, él no piensa en nada, solo se deja sentir y ser.
Es un lujo raro, dejarse existir sin un propósito, sin algo que hacer o descubrir, sin algo que evitar o atrapar.
Camina y camina, y para el momento en que regresa al hotel esa noche, cree que ha aclarado su mente por completo. No más corazón revoloteando en sonrisas, no más buscando manos pequeñas, no más deseando una fantasía que él sabe que no existe. Él piensa que ha solidificado su resolución.
Ve a Renjun en la suite de su hotel, ya se ha cambiado de ropa de trabajo por un par de pantalones cortos y una polo simple. Levanta la vista de su teléfono y le sonríe a Jeno. —¿Estás de vuelta?
Jeno asiente. —Lo siento, no pensé que volverías tan pronto, habría regresado antes.
Renjun se encoge de hombros y se pone de pie. —No fue gran cosa. Las reuniones se prolongaron ayer, así que me aseguré de cerrar en un mejor momento hoy —se estira y sonríe a Jeno de nuevo. —¿Qué hacemos?
— ¿Ya comiste? — pregunta Jeno.
Renjun niega con la cabeza. —Todavía no. ¿Debo pedir servicio a la habitación?
Jeno sonríe. —¿No es mejor opción si salimos a turistear?
Renjun asiente. —Déjame agarrar mi cámara —se dirige al dormitorio y regresa en breve, con un sombrero de paja cónico en la cabeza y la cámara en las manos.
Jeno no puede detener la risa qué brota. —¿De donde sacaste eso?
Renjun lo mira —¿Qué?
Jeno se acerca a Renjun y golpea el sombrero, inclinándose sobre la cabeza de Renjun de costado. —El sombrero.
Renjun frunce el ceño y corrige el sombrero en su cabeza. —Lo compré en una tienda souvenirs
—¿Una tienda de turistas? —Jeno empuja, las cejas levantadas.
—Es un souvenir.
— Hmm... es lindo —Jeno golpea el sombrero con el dedo una vez más. —Vámonos — dice y estira su mano para tomar la de Renjun, antes de que esto pase se detiene, sus dedos se tambalean cuando se recuerda a sí mismo. Ya no debería estar buscando las manos de Renjun, no deberia estar entrando en su espacio y burlándose de su sombrero. Está tan atrapado en el mundo de las creaciones que crearon que se ha convertido en un hábito. Toques casuales y pequeñas intimidades.
Renjun no parece notar su vacilación, pasando junto a Jeno hacia la puerta. — Vamos, me muero de hambre.
Jeno parpadea y traga, siguiendo a Renjun y tratando de no sentir el frio en sus manos vacías.
La caminata hasta la comida de la calle no es larga y Renjun hace preguntas todo el camino, preguntando qué hizo Jeno durante todo el día, si vio ese edificio, si conoció a alguien interesante. Jeno se queda tan atrapado en su conversión que apenas registra la forma en que sus hombros se rozan mientras caminan, de la misma forma en que casualmente desliza su mano en la parte baja de la espalda de Renjun. En cuanto se da cuenta recoge su propia mano y finje que nunca pasó, piensa que ha estado fingiendo mucho últimamente.
Terminan comiendo en casi todos los puestos, Jeno dirige su mirada de un vendedor a otro y selecciona lo que ve mejor. Renjun le sonríe tomando fotos de la comida y de Jeno. Jeno se pregunta cuántas de las fotos terminarán en una pila desordenada en el escritorio de Renjun, cuidadosamente editada e impresa y guardada para momentos tranquilos. Jeno desea que su corazón no latiera dolorosamente en su pecho ante la idea.
Después de comer hasta saciarse, pasean por el mercado callejero. Jeno sonríe cuando ve un sombrero de fieltro de paja y camina hacia él. Él lo levanta y se da la vuelta para ver a Renjun caminando hacia él. Jeno sostiene el sombrero para que Renjun lo vea y dice:
—Este te queda mejor.
Renjun sonríe e inclina la cabeza, con el sombrero cónico enrollandose alrededor de su cuello. —¿Qué pasa con mi sombrero?
Jeno sonríe. —Te ves como un padre cursi de vacaciones —él se adelanta y le quita el sombrero a Renjun, coloca el sombrero de fieltro en la cabeza de Renjun con cuidado, jugando con su flequillo hasta que se asienta bien. Retrocede y sonríe a su trabajo.
— Ahí. Ahora te ves como un padre de vacaciones, pero menos cursi.
Renjun rié, pero no se quita el sombrero. —Me veo bien en cualquier cosa que use. –Jeno se encoge de hombros y coloca el sombrero de granjero de Renjun en su cabeza, Renjun somrie e intenta posar como modelo —Pero me veo mejor con este ¿no? –sus ojos parpadean hacia Jeno, esperando una respuesta.
Jeno se ríe y pellizca la mejilla de Renjun. —Tienes razón. –él entra al puesto para pagar por el sombrero.
Cuando regresa, encuentra a Renjun sonriendo con cariño a su cámara, repasando sus imágenes, sus ojos mirando con adoración las fotos que le tomó a Jeno, un temblor en los hombros mientras se ríe de una imagen.
Jeno mira fijamente a Renjun, los ojos parpadean sobre sus facciones, el calor florece bajo su piel, los pies lo llevan junto a Renjun sin pensarlo, atraídos por su gravedad otra vez. Él está teniendo problemas con su reparación por un momento, el aire repentinamente lleno de Renjun y su olor y su presencia. Su sangre corre caliente por sus venas. Él quiere cubrir la mano de Renjun con la suya y entrelazar sus dedos. Él quiere abrazarlo con una mano en la parte baja de su espalda. Él quiere que Renjun tome su foto y la imprima, quiere que Renjun llene su departamento con ellos. Quiere besar a Renjun, echa de menos el sabor de sus labios. Quiere despertarlo por las mañanas y quedarse dormido mientras teclea por la noche.
Él quiere mucho.
Él quiere.
Jeno desea que él sea ignorante, que él pueda volver a la fantasía que giraron, pretender el matrimonio, fingir sentimientos y pretender significar algo el uno para el otro. Ojalá no se hubiera dado cuenta de lo lejos que había caído, desearía poder continuar en este sueño, visiones, humo y espejos que se tambalean al borde del colapso. El tiempo se acaba, llega el final de esta fantasía, pronto, pronto, pronto.
Renjun mira hacia arriba, dejando caer su cámara y volviendo toda su atención a Jeno. Su sonrisa permanece en su lugar, sus ojos oscuros con manchas de ámbar. Jeno jura que puede contar las pecas en el puente de su nariz de nuevo.
—Gracias, hyung –dice, señalando el sombrero.
Jeno aprieta los labios y trata de no dejar que el pánico se le suba en la garganta cuando su resolución se desmorona y sus paredes caen con la más mínima bocanada de aire de los labios de Renjun.
Él es un tonto.
Este matrimonio era sobre engañar a los demás, hacerlos creer que habia amor.
Él es un maldito tonto.
Pues en algún momento, sin que él se diera cuenta la actuación había desaparecido.
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Me acorde de Renjun con el gorrito de Dino ABC