Vivir con Anton en el departamento resulta extrañamente fácil e inesperadamente cómodo. Jeno comienza a regresar a sus tiempos habituales otra vez, y el espacio está siempre lleno de sonidos de vida: platos sonando en la cocina, el zumbido en la sala de lectura, bromas en la sala de estar. Renjun se encuentra regresando antes de la oficina, a veces incluso trayendo el trabajo que no terminó solo para poder llegar a tiempo para la cena. La cena que hace Jeno es un gusto que no ha tenido desde que dejó la casa de su tía en China, y es extrañamente adictivo.
Renjun incluso comienza a disfrutar de las peleas que tiene con Anton, y sorpresivamente empieza a caerle bien, es como afilar su genio, como cuchillos contra una roca obstinada.
A Renjun no le importa que Anton se quede, incluso está completamente, cien por ciento bien con compartir una cama con Jeno por la noche. Jeno es callado y Renjun no se mueve mucho, apenas se siente diferente. Excepto por la forma en que el corazón de Renjun se acelera cada vez que se desliza entre las sábanas frías, excepto por el sonido de la canción de cuna de la respiración suave de Jeno a las dos y media de la mañana, excepto por la calidez a un brazo de distancia que tiene que recordarse a sí mismo que no es suyo para tocar.
Renjun no está afectado sin embargo. Él está bien.
Hasta una madrugada, ocho dias despues de que Anton decidiera mudarse con ellos, cuando Renjun es reacomodado siente que un brazo se envuelve en su cintura, apretándolo suavemente, pero manteniendolo cerca, Renjun parpadea con la vista borrosa, tratando de ordenar a través de la niebla del sueño que todavía le tira a la mente.
—Que... - él comienza, la voz algo ronca por la falta de uso. Sus manos encuentran el brazo que Jeno tiene a su alrededor, pero no logran localizar el otro hasta que este se encuentra en su cabello y él deja de moverse, un escalofrío recorre su espina dorsal.
-Es Anton, solo dame dos minutos-, susurra Jeno, voz espesa y profunda con sueño.
Renjun frunce el ceño, pero ahora que escucha, puede escuchar el clic de la cerradura y la puerta se abre.
—¡Ah ja! ¿Ah? –Anton parece decepcionado, un suspiro al final de su ah.
Jeno se apoya con los codos y dice: —¿Qué diablos estas haciendo?
—Creí hacer escuchado un ladrón
—¿Creíste haber escuchado a un ladrón? –repite Jeno, aclarando la voz.
—Si
—¿A las cuatro de la mañana? ¿En la habitación donde Renjun y yo estamos durmiendo?
—Me da la impresión de que crees que estoy inventando cosas.
Jeno suspira y vuelve a acostarse levantando un brazo sobre sus ojos. —Por supuesto, ¿no? es perfectamente razonable invadir en una habitación cerrada a las cuatro de la mañana.
Renjun se sienta, abre un ojo para parpadear ante la forma borrosa de Anton, y lo mal mira. —Todo esto ha sido realmente esclarecedor, pero tienes que callarte o morir, no importa cual elijas
—Hyung, está siendo malo otra vez –Anton hace una mueca, pero Jeno solo mueve débilmente su mano en la dirección a su hermano menor.
Renjun lo toma como una señal de que duerma otra vez y deja caer su cabeza hacia abajo, apoyándo su cabeza en el hombro de Jeno. Está demasiado cansado para moverse y honestamente, los hombros de Jeno son difíciles de perder, así que el hombre no puede culparlo por utilizarlos.
Anton murmura algo por lo bajo, pero la puerta se cierra y Renjun puede sentir a Jeno relajarse, la forma rígida de sus hombros se funden en algo más suave y cálido.