Jeno respira profundamente y aprieta con fuerza sus manos alrededor de la caja que sostiene. No es la gran cosa. Solo está moviendo algunas cosas al departamento de Renjun, el departamento en el que vivirá el próximo año. No es gran cosa que Renjun esté allí. Renjun con sus manos errantes y labios calientes y lengua...
Jeno parpadea e inhala bruscamente, fué solo un beso, se recuerda a sí mismo. Uno de los muchos qué tendrá que hacer a lo largo de un año, es parte de todo el acuerdo de matrimonio arreglado. Es una necesidad de negocios, él es como un actor.
Además, probablemente esté haciendo una gran lío en su cabeza. No es que Renjun lo haya afectado por eso. Tal vez ha pasado demasiado tiempo desde que Jeno besó a alguien. Él asiente, de acuerdo con su hipótesis, sintiendo la facilidad de alivio a través del tenso conjunto de sus hombros. Sí, fue solo que no puede recordar la última vez que besó a alguien apropiadamente y con Renjun dio la casualidad de besarlo apropiadamente, realmente MUY bien, así que sus emociones se confundieron temporalmente.
La próxima vez que él y Renjun se besen, apropiadamente, con las manos y los labios y la lengua, Jeno podrá manejarlo indiferentemente sin el rubor de sus mejillas y el rápido latido del corazón en su pecho.
Sintiéndose más seguro, Jeno endereza su espalda y mueve la caja en sus manos, extendiendo un dedo para tocar el timbre del departamento de Renjun.
Él escucha los pies arrastrándose antes de que se abra la puerta, revelando a Renjun como Jeno nunca lo ha visto. Él tiene un gorro negro en la cabeza, escondiendo la mayor parte de su flequillo por lo que solo una parte de los mechones castaños de Renjun se asoman. Sus manos están metidas en el bolsillo delantero de su sudadera negra, sus hombros encorvados como para protegerse del frío del pasillo. Los ojos de Jeno pasan brevemente sobre sus jeans rasgados, pero rápidamente se enfoca en la cara de Renjun, sin necesidad de ver qué tan bien se adhieren a sus muslos. Renjun se ve, accesible, suave y acogedor piensa Jeno.
Renjun parece estar más cómodo con una sudadera con capucha gastada y zapatillas, qué con los trajes hechos a medida y relojes de marca. A Jeno le recuerda a un mundo en el que trata de no pensar más. Uno que no olía a dinero, sino a miel, té y detergente para ropa.
Sacude sus pensamientos de su mente y sonríe, inclinando la cabeza a modo de saludo. —Hola. –dice.
Renjun parpadea, se enfrenta a una máscara de indiferencia en blanco.
—Hola. –responde, dando un paso atrás para dejar que Jeno entre —¿Eso es todo lo que trajiste?
Jeno niega con la cabeza, cambiando la caja en sus manos otra vez para recuperar un mejor agarre.
—No, tengo un par de cajas más en el auto. Pensé que debería venir primero antes de bombardearte con mis cosas.
Renjun asiente, cerrando la puerta. Camina lejos de Jeno, arrastrando los pies. —Tu habitación esta por aquí. –dice, sin mirar atrás.
—Ah, espera –dice, Jeno, quitándose rápidamente los zapatos y siguiendo a Renjun.
Él mira mientras avanza más dentro de la suite, observando la decoración. La suite tiene un gran espacio, la cocina y el comedor fluyen hacia la sala de estar, las ventanas del piso al techo permiten que la luz del sol natural ilumine la zona. Jeno cree que ve un pequeño rincón de lectura en la esquina. Piezas de caoba y alfombras de buen gusto llevan la palabra caro a su mente, no es que Jeno se sorprenda, lo que captura sus ojos, es una impresionante escalera en espiral con barandilla de hierro forjado qué conduce arriba.
Jeno levanta su cuello para admirarlo, y Renjun debió de darse cuenta porque dice: —Eso lleva exactamente a dos habitaciones. Mi habitación y mi estudio. Ambos están fuera de los límites.