Jeno se despierta bruscamente, su frente húmeda de sudor y su corazón acelerado. Él inhala en un breve suspiro, lo siente rechinar en su garganta. Se lleva una mano a la cara y se frota, manteniendo los ojos cerrados por un momento mientras intenta bajar el pánico.
Tres de la mañana otra vez, ni siquiera necesita mirar el reloj. Intenta contar en su cabeza como si fuera un hábito, pero el latido de su corazón es demasiado rápido y su pecho parece colapsar alrededor de sus pulmones. Él mira a Renjun, asegurándose de que el otro todavía esté dormido y sin ser molestado, antes de que él silenciosamente se baje de la cama.
Camina con cuidado fuera de la habitación hacia la cocina, se centra en la tarea de hacer té. Ayuda, por un momento, hasta que su mente se libera de hacer eso.
Sus dedos agarran el borde del mostrador y él baja su cabeza, tratando de controlar su respiración. Es malo esta noche, se da cuenta. Él no sabe que lo provocó.
Él piensa vagamente que se ha puesto demasiado cómodo, bajó la guardia demasiado. Él ha sido muy feliz, se regaña a sí mismo. Se dejó relajar demasiado, con la mano de Renjun en la suya mientras paseaban por Seúl, con Renjun en sus brazos mientras se quedaban dormidos, él no puede permitirse eso.
Su mente vibra con la voz de su madre. JENO, DESPIERTA.
Hace un ruido angustiado y se sienta en el suelo, presionando su frente en la alacena y apretando los ojos. Quiere alejar los recuerdos, pero están arañando a los débiles guardias que ha construido a su alrededor.
JENO, DESPIERTA.
El hervidor se apaga, pero Jeno no lo escucha, él ya esta perdido.
JENO, DESPIERTA.
—Jeno, hijo, despierta. –Jeno arruga su rostro y hace una pequeña protesta quejosa. Sus extremidades son pesadas y la manta está caliente. Él trata de darse la vuelta, la fuerte atracción del sueño lo atrae de nuevo. —hijo, tienes que levantarte ahora
Es solo cuando escucha la voz de pánico de su madre lo que hace que se abran los ojos de Jeno. Él toma una respiración fuerte, se sienta y aprieta los ojos contra la luz cegadora cuando su madre enciende la lámpara. Se pregunta porque llegó la mañana tan rápido.
La cálida mano de su madre le da dos palmaditas urgentes en el hombro y ella coloca su mochila en su regazo. —¿Recuerdas cuando fuimos a Disney?
Jeno se ilumina y sus ojos se abren correctamente. —¡Sil
—¿Recuerdas lo que te ayude a poner en tu mochila?—Le pregunta su madre, aportándole el flequillo de la frente.
Jeno asiente y sonríe ampliamente, la emoción aumenta en su ser. —Cinco pares de calcetines, cinco de ropa interior, dos pantalones, dos camisas. Solo un juguete así que tengo que estar muy seguro cual es el que quiero –él la mira seriamente. —Porque no vamos a regresar pronto
Su madre suspira aliviada y se inclina hacia adelante para darle un rápido beso en la mejilla. —Eres tan inteligente. –él sonríe por su elogio. —Lo vas a hacer de nuevo, ¿está bien? Eres un niño grande ahora, puedes empacar tu propia mochila.
Jeno sale corriendo de su cama, agarrando su mochila con fuerza en sus manos. —¿Vamos a ir a Disney, mamá?
Su madre se muerde el labio y niega. —No cariño. No será ahí. Sé rápido, ¿de acuerdo? Necesito ir por tu hermano.
Jeno señala con los dedos de sus pies, descendiendo por un lado de su cama hastaque su pie hace contacto con la suave alfombra.
—¿A dónde vamos mamá? –pregunta, colocando su mochila en el suelo.