Jeno tarda una semana en ver a Renjun nuevamente.
Jeno había pedido tiempo, volver a acomodarse, pensar en lo que quería hacer, dejar que sus emociones se pusieran al día con lo que sucedía. Renjun estuvo de acuerdo fácilmente, está dispuesto a hacer lo que Jeno le pida. No lo detiene el golpe de preocupación que late con su corazón, tal vez Jeno cambie de opinión, tal vez Jeno se dará cuenta de que está mejor sin él, tal vez lo haya perdido después de todo.
En lugar de detenerse en sus ansiedades, Renjun decide hacer algo que debió haber hecho hace muchos años, Renjun hace una cita con un terapeuta especializado en dolor y pérdida. Él sabe que no es una “solución” y el progreso no puede ser inmediato, pero las palabras de Jeno siguen dando vueltas en su mente. ¿Qué pasa si decides dentro de un año que tienes que alejarme de nuevo?. No puedes volver hacerme esto. Jeno no sabe si Renjun volverá a recaer de nuevo. Incluso Renjun no sabe la respuesta a eso.
Él ya no quiere vivir así. Él quiere saber que no se autodestruira cuando la vida lo ponga patas arriba, él quiere crecer y sanar, él piensa que la ayuda profesional es un buen primer paso en ese viaje.
Jeno envía mensajes a Renjun a lo largo de la semana, breves ráfagas de textos que Renjun se encuentra leyendo una y otra vez, una sonrisa involuntaria en sus labios, calor irradiando de la pantalla de su teléfono en su pecho. Echa de menos a Jeno, quiere verlo de nuevo. Echa de menos la presencia de Jeno, pero las palabras son suficientes por ahora. Será suficiente hasta que Jeno esté listo para volver a verlo.
Finalmente, después de siete largos días, Jeno envia un mensaje a Renjun, pidiendo encontrarse en Hangang Park, donde solían ir a dar un paseo después de la cena.
Está oscuro y está demasiado frío cuando Renjun llega al lugar de reunión designado. Él está envuelto en una chaqueta de cuero negro que está empezando a entender que lo lleva más por moda que por calidez. Incluso el grueso de su jersey de cuello alto negro que tiene debajo no ayuda a bloquear las ráfagas de viento. De alguna manera, a él no le importa el frío cuando ve a Jeno esperando en un banco, vestido con un abrigo, una sudadera con capucha, tenis y una gorra que Renjun le compró.
Él sonríe debajo de su cubrebocas y se acerca a Jeno. —Hola.
Jeno lo mira, las camisuras de sus ojos se arrugan mientras él le devuelve la sonrisa, escondido detrás de su propia máscara negra. —Hola.
—¿Esperaste mucho? –Renjun pregunta mientras Jeno se para, enderezandose en toda su altura.
Él sacude la cabeza y hace un ruido disitante. —No mucho. –se acerca a Renjun y gesticula por el camino. — ¿Deberíamos caminar?
Renjun tararea de acuerdo, cruzando sus brazos sobre su pecho para evitar otra ráfaga de viento helado.
—¿Tienes frío? –Jeno pregunta de repente, un toque de preocupación en su tono.
Renjun niega y fuerza sus brazos para ponerlos abajo de sus costados. —Estoy bien.
Jeno resopla una risa divertida. Él saca su mano de su bolsillo y envuelve sus dedos alrededor de la muñeca de Renjun. Jala la mano de Renjun hasta que ambas manos quedan atrapadas en el calor de los bolsillos de lana de gran tamaño de Jeno. — ¿Mejor? –pregunta empujando el hombro de Renjun mientras camina.
Renjun aprieta con sus dedos alrededor de Jeno. Él se inmoviliza y Jeno se detiene junto a él
Jeno inclina la cabeza en cuestión, los ojos todavía sonriendo.
Renjun entra en el espacio de Jeno, más cerca, imposiblemente más cerca, sus talones se despegan del suelo y su brazo alcanza el hombro de Jeno para ayudarse a subir. Él sumerge su cabeza en el cuello de Jeno y respira su aroma, absorbiendo el calor del pecho de Jeno. Él quiere decirle cuánto lo extrañaba, ðl quiere contarle a Jeno sobre cómo el frío de la noche de noviembre se derrite sólo por estar aquí con él. Quiere decirle a Jeno sobre la forma que su corazón revolotea en su pecho a su alrededor, sobre la forma en que sus dudas y preocupaciones se atenúan ante el sonido de su voz.
