Jisung no durmió anoche. Observó miserablemente cómo su reloj daba vuelta a la medianoche, sin tiempo y sin posibilidades. Se dijo a si mismo que le diría a Jeno, se dijo a sí mismo que nunca tuvo una oportunidad con él de todos modos.
Intentó dormir, pero cada vez que cerraba los ojos, veía a Jeno alejarse. Trató de respirar lenta y profundamente, pero sus pulmones tartamudeaban con sollozos inéditos. Lo intentó, muy duro, tanto tiempo. Trató de ser el chico que Jeno pondría amar. Trató de ser paciente, fuerte y brillante. El intentó.
Él fallo.
De alguna manera llegó la mañana, logró levantarse, ducharse y vestirse. Logró llegar al salón de bodas sin un colapso, por algún milagro, logró superar los votos de Jeno, lo vio recitar las palabras, ordinarias y prosaicas. Por una fuerza de voluntad desconocida, logró pasar la comida, la comida como ceniza en la boca y plomo en el estómago.
Se pregunta si es porque nunca llegó tan lejos en su fantasías. Incluso en su imaginación, nunca pensó en casarse con Jeno. Era demasiado sagrado, demasiado grandioso, demasiado para Park Jisung como para siquiera contemplarlo.
No es hasta el primer baile qué Jisung siente náuseas, siente como si se desmoronara en un rincón oscuro y nunca volviera aparecer. Él mira, con los ojos llorosos tratando de contener sus lágrimas, mientras Jeno toma a Renjun en su brazos, los observa fluir con la música melodiosa. Su corazón palpita en su pecho, él sabe sabe cómo es eso. Él sabe lo que se siente estar en sus brazos, mirándolo con ojos conectados. Él conoce el ritmo de la respiración de Jeno, cómo se acelera con los pasos de sus pies. Él conoce el apretón de las manos de Jeno, fuerte, primero ansioso y despúes confiado.
Jeno tropieza y Renjun lo atrapa, susurra algo y sonríe. Jisung parpadea y se aleja. Él no puede seguir viendo esto por más tiempo, él no es lo suficientemente fuerte como para soportar esto. Él necesita dejar de amar a Jeno pero no sabe cómo.
Se dirige rápidamente a la barra y ordena el licor más fuerte que tienen. Probablemente no sea buena idea emborracharse ahí, pero él sabe con certeza que no podrá resistirlo de otra manera.
Está a la mitad de su tercera copa, un zumbido de bienvenida qué finalmente comienza a opacar su entorno, cuando alguien se acomoda en el banco junto a él. Jisung no dirige su mirada, los dedos juegan con el borde de su copa, mojado por la condensación.
—Park Jisung-, dice una voz, Jisung frunce el ceño ante su copa y dirige su mirada hacia el sonido. Parpadea al chico guapo, vagamente familiar. Intenta recordar dónde lo ha visto antes, pero su mente sigue dando vueltas hasta quedar en blanco. El chico le está sonriendo, su flequillo se inclina adorablemente sobre sus cejas mientras inclina la cabeza hacía él. —Hola. -continúa el chico, levantando su mano para descansarla en su propio mentón —Nos encontramos de nuevo
Jisung sonríe disculpándose, levantando su mano para frotar su oreja nerviosamente. —Lo siento, no estoy del todo... - se calla, demasiado confuso para encontrar una manera educada de decirle al chico que no tiene idea de quién es.
Los ojos de chico se iluminan en compresión y se sienta derecho en su banco, dejando caer el brazo hacia la barra. —Ah, nos conocimos en la fiesta de la despedida de soltero la semana pasada, me salvaste la vida
Jisung frunce el ceño y su mente finalmente evoca el recuerdo del chico piensa tropezando y Jisung atrapandolo. Él se ríe, sorprendido y niega con la cabeza. —No creo que califique como salvar tu vida
Chenle se encoge de hombros, indiferente —Diferencia de opinión
Jisung lo mira, una sonrisa confusa pero divertida tirando de sus labios.