Capítulo 2: Solo si voy primero que tú

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Con el paso del tiempo las cosas se comienzan a acomodar a su normalidad. Es decir, Jungkook y Taehyung peleando en cada cátedra; sus guardaespaldas vaciando el baño cada vez que al chico le urgían sus necesidades humanas; Taehyung ignorando las miradas de Jungkook; Taehyung ignorando a Jimin y sus comentarios soeces; Yoongi rodando los ojos cada vez que se encontraba al pelinegro mirando a Taehyung; Hoseok conversando de la vida con los amigos de Taehyung. Y, como se pueden dar cuenta, la mayoría de los días del chico rondaban en Taehyung.

Empuja con fuerza la pesada puerta del auditorio, mientras trata de mantener el suficiente equilibrio para no botar los libros que sostiene en sus brazos. Sus guardaespaldas entran tras él, observando con atención cada paso del pelinegro. Y Jungkook sabe que tiene que parar en algún segundo para que las personas tras él comprueben que no haya alguna amenaza que atente contra la vida de su protegido, pero ese día no le da la gana y sigue caminando hasta encontrarse con el amplio auditorio y sus centenares de puestos vacíos.

A excepción de uno.

Él cual es obviamente el puesto favorito de Jungkook.

—Buenos días —saluda Jungkook.

Taehyung alza su mirada del libro que leía atentamente y alza una ceja al toparse con el chico.

—Buenos días —replica con cierto tono de voz que debería irritar a Jungkook.

Debería pero no lo hace.

No lo hace al estar acostumbrado a la característica actitud del chico. Ese tono de voz apático, sin emoción alguna en su voz. Estaba casi seguro de que jamás lo había visto reír en los años que se conocen. Y tampoco es que sean amigos íntimos —pasaban demasiado tiempo metidos en esa guerra fría de calificaciones como para serlo—, pero sí compartían clases y espacios en común. Entonces, ¿cómo es que jamás lo ha visto con otra expresión en su rostro que no sea de aburrimiento, seriedad o burla? Pasa saliva al escuchar la oscura voz de Taehyung, y no puede evitar observar la corbata que rodea al precioso cuello del contrario. ¿Acaso era posible encontrar un cuello bonito? Jungkook estaba seguro que el que tenía frente a él era el mejor de todos. Sin quererlo, comienza a acercarse hasta el chico. Está seguro de ver a sus guardaespaldas compartir una mirada de nerviosismo entre ellos. Todos sabían que cuando estos dos estaban juntos más de diez minutos, los auditorios podían explotar.

—Te encuentras en mi asiento —murmura Jungkook.

El chico vuelve a levantar la mirada del texto, ahora con una expresión de irritación en su rostro. «Una expresión nueva a la lista», piensa mientras baja la mirada a los labios del castaño.

—No existen asientos designados en la universidad, Jungkook —replica Taehyung con un tono cansado.

—Pero si estás en todas las clases para saber que este es mi lugar de siempre —debate Jungkook, cruzando sus brazos sobre el pecho.

Taehyung chasquea la lengua, volviendo la mirada al texto, para después replicar con sorna:

—¿Me lanzarás a tus temibles guardaespaldas, o llamarás a tu mami para llorar por esto?

Jungkook siente unas llamas en su interior, pero no sabe distinguir si se trata de rabia o lujuria. Ambas eran compatibles con el chico frente a él. Era insoportable hablar con Taehyung más de dos minutos, porque lo sentía como hablar con una pared de concreto de un espesor importante, que en ocasiones acudía a la ironía para defenderse.

—¿Perdón? —inclina un poco su cuerpo al chico, esperando haber escuchado mal sus palabras. El castaño arruga las cejas y alza la mirada. Hacen contacto visual unos segundos, pero para Jungkook parece una eternidad mientras espera que el contrario se retracte de lo dicho.

Amor en tiempo de elecciones | JJK & KTHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora