Capítulo 38: Malas madres

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Toma una inspiración larga antes de continuar redactando las miles de cosas pendientes que tiene. Debía ponerse al tanto con la universidad, porque su pase por emergencia familiar permitido en su establecimiento había terminado y eran miles las clases que estudiar.

Todo siguió avanzando a su alrededor.

Todo siguió, pero él seguía en el restaurante, escuchando las crueles palabras de Soo Hyuk.

La tormenta en el exterior azota la ventana y un escalofrío recorre su espalda al ver la nieve golpear el vidrio. El frío era brutal y crudo. La peor tormenta de la temporada. Los establecimientos educacionales se encontraban cerrados, al igual que el comercio y los aeropuertos del país. Ese día sus clases fueron canceladas, por lo que no pudo sentir la mirada de Jungkook martillando su cabeza.

Tampoco pudo ver su pálido y cansado rostro.

El grito de su madre llamándole para cenar le arrebata de la cabeza la imagen del pelinegro. Lo veía todos los días en la universidad, y aún así lo siente tan lejano, tan ajeno a su vida. Lo extrañaba locamente, pero...

Todo estaba terminado.

No quería ser lastimado por Jungkook. No quería escuchar la verdad de la boca del chico que tanto amaba. No quería afrontar la realidad de que era un capricho para él y nada más. Todas las noches revisaba las conversaciones filtradas. Si las hubiera revisado antes nada de eso hubiera pasado, pero era un idiota con un poco de decencia humana, que aún tenía algo de empatía por el prójimo, y no lo había hecho hasta ese día del restaurante.

Su madre deja un gran plato de comida frente a él.

—No tengo hambre —murmura sin ánimos.

—No me interesa —replica la mujer, cruzando los brazos sobre su pecho—. Debes comer aunque sea la mitad. Estás demasiado delgado.

Taehyung arruga las cejas con irritación y toma los cubiertos con brusquedad. Observa el plato frente a él y su estómago parece rechazar aún más los alimentos frente a él, no puede cuando su mente se empeña en traerle recuerdos dolorosos. No sabe cuál es su problema, pero cada vez que tiene un alimento decente frente a él, memorias asaltan su mente, robándole el apetito.

Revuelve la sopa, sin ánimos para llevarla a su boca. Pasa minutos revolviendo el líquido y aplastando los guisantes. Sabe que su madre mantiene la mirada fija en él, pero prefería discutir un poco con ella, a que lo obligue a comer. Busca los fideos con forma de letra y forma palabras. «Te amo» es lo único que puede escribir. Y siente ira, porque su vida antes de Jungkook era vacía, pero al menos estaba tranquilo. Pero estaba tranquilo porque estaba bloqueado emocionalmente. No sabe qué pensar, y su cabeza comienza a doler.

—Taehyung —el tono severo en la voz de su madre le advierte de la pronta discusión—. ¿Podrías dejar de jugar con la comida? Tienes veinticuatro años, no eres un niño.

El chico pone los ojos en blanco.

—¿Podrías dejarme tranquilo? —inquiere Taehyung con brusquedad.

La mujer frunce el ceño y deja los cubiertos en la mesa.

—¿Cuál es el problema? —pregunta con dureza en la voz—. ¿Por qué no quieres hablar conmigo, Taehyung?

Volvían a lo mismo de todos los días. Las mismas preguntas, una y otra vez. Estaba agotado.

—Me iré a acostar —susurra Taehyung, incorporándose de la silla.

Arrastra con cuidado la silla de madera hacia atrás, evitando provocar mucho ruido, para no molestar a su abuelo. La mirada de su madre sigue todos sus movimientos, y se odia al ver tristeza en sus ojos. Levanta su plato para dejarlo en la cocina, pero unos golpes en la puerta lo distraen.

Amor en tiempo de elecciones | JJK & KTHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora