Capítulo 42: Contigo todo es bueno

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Al estacionar fuera del hogar Kim, Tae-moo lo recibe con una extraña mirada y un mohín de enojo. El pelinegro mantiene distancias con el anciano al entrar a la propiedad, pero igual decide preguntar la razón de su mal humor tan temprano en la mañana:

—¿Está todo bien, señor Tae-moo?

El hombre rueda los ojos, y Jungkook se sorprende al notar lo mucho que Taehyung se parece a su abuelo.

—Por supuesto que no —replica el anciano—. Hay un chico adentro que insiste con que me debo bañar y comer. ¿Tú qué opinas?

Jungkook libera un suspiro al no saber muy bien qué responder, pero al recordar que pasó por ese escenario más de una vez, replica lo mismo que todas las otras veces:

—Opino que su nieto tiene razón, señor Tae-moo.

—¡Bah! —exclama el hombre con desagrado—, ¿quién te pidió tu opinión, brujo chico?

En ese momento, Ryujin aparece por la puerta y escruta con la mirada a su padre. Al parecer era una mañana tensa en la casa de los Kim. Esperaba no tener a un malhumorado Taehyung sentado a su lado durante dos horas de viaje. Rezaba internamente que no fuese así, porque, a pesar de que lo ama, no puede evitar reconocer lo irritable que era el chico cuando se encontraba de malas.

—No le tomes atención a este viejo malhumorado —dice la mujer. El hombre arruga las cejas y desvía la cabeza hacia otro lado, haciendo caso omiso a las palabras de su hija—. Hace frío, Jungkook. Deberías entrar.

El pelinegro señala al anciano, preguntando de forma silenciosa si el hombre también debía de entrar, pero la mujer hace un ademán con la mano para que lo deje solo unos segundos, diciendo:

—Está de malas hoy, déjalo aquí hasta que se calme un poco.

Entra a la casa después de limpiar sus botas negras. La nieve se estaba mezclando con barro y basura, y caminar por esta arruinaba los zapatos y ensuciaba los interiores. Un fuerte aroma a galletas lo golpea y su estómago ruge de hambre. Había comido hace poco, pero su organismo no se resistía al oler galletas recién horneadas. La vida sana podía comenzar otro día.

—¿Qué pasó con el señor Tae-moo? —Jungkook le consulta a Ryujin, quien deja una taza más en la mesa y, con un ademán, invita al chico a tomar asiento. Agradece cortésmente la invitación y toma asiento rápidamente.

—Está enojado con Taehyung —replica la mujer, tomando asiento también—. Anoche le dijo lo mismo de siempre, así que se enfadó. Hoy, al ver el bolso, se enfadó aún más. Ha estado muy apegado a Taetae, algo que no pasaba hace algún tiempo.

Jungkook esconde una sonrisa al escuchar el adorable apodo que Ryujin tiene para el chico, y decide anotarlo mentalmente, porque es perfecto para él. Después de su mini paro cardiaco de amor, asiente con un mohín de comprensión. Estaría igual de irritado si lo alejan de Taehyung durante unos días, entendía demasiado al abuelo del chico.

—Entonces, el problema soy yo —bromea Jungkook.

La madre del chico asiente con la cabeza mientras ríe.

—Exacto —replica después.

En ese instante, Taehyung aparece por el pasillo con pijamas y el cabello húmedo. Jungkook arruga las cejas confundido al ver al chico con su ropa para dormir, cuando, según los planes, saldrían de la ciudad en poco.

—¿A dónde tan elegante, hijo? —pregunta Ryujin entre risas—. ¿Saldrás así a la calle?

Taehyung se encoge de hombros y replica:

Amor en tiempo de elecciones | JJK & KTHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora