Gasolinera.

145 19 72
                                        

Después del almuerzo tuvimos una pequeña discusión ya que Regina se negaba a dejarme sola con Mauricio, pues él quería que fuéramos en su coche hasta casa, Regina y Diego se irían en el otro y nos reencontrariamos en la casa pero claro que mi hija...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Después del almuerzo tuvimos una pequeña discusión ya que Regina se negaba a dejarme sola con Mauricio, pues él quería que fuéramos en su coche hasta casa, Regina y Diego se irían en el otro y nos reencontrariamos en la casa pero claro que mi hija no iba a estar de acuerdo.






– No mamá ¿Cómo te vas a ir con él? Si fue capaz de amenazarte...

– Mi amor escucha, tu padre está desesperado por aparentar una falsa unidad familiar, seguro estos días metió la pata al llamar a todos nuestros conocidos, no va hacerme daño

– Eso no lo sabes

– Ya lo hubiera echo de ser lo contrario, abre el maletero por favor

– Ma...

– Voy a estar bien, ustedes irán detrás nuestro ¿O no?

– Pues si pero...

– Tranquila — la toma por los hombros — No va a pasar nada, eso te lo prometo

– ¿No podré hacerte cambiar de opinión?

– No, ahora ayúdame con la maleta

– No es necesario que la saques del coche de Regina — interrumpe — ¿Para qué la quieres? Vámonos de una vez que sino se nos hará muy tarde

– Llegaremos de noche de todos modos, eso lo sabes — niega

– Deja tu maleta, te espero en mi coche

– Ma viaja con nosotros — pide una vez más

– Suban ya — besa su frente — Cuando hagamos una parada me volverás a ver ¿Si? Así que conduce con cuidado, porque yo estaré bien, me aburrire al viajar con tu papá pero fuera de eso no va ocurrir nada más

– Está bien






Logre hacer que ambos subieran a la camioneta de Regina y una vez allí pude ir hasta la de Mauricio, quien había dejado la puerta del lado del copiloto abierta, si pensaba viajar en la parte de atrás esto me confirmaba que sería imposible, me senté a su lado y luego de abrocharme el cinturón de seguridad emprendimos el viaje de regreso a la casa, nos esperaban un buen par de horas incómodas porque él no es capaz de cerrar la boca cuando hay demasiado silencio.






– Hay algo que todavía no lo tengo claro

– ¿Sólo "algo"?

– No te pongas a la defensiva, somos nosotros dos nada más

– Me amenazaste hace unas horas ¿Y quieres que te hable bonito? Ay por favor Mauricio

– Lo hice porque no me dejaste opción, sino no lo habría echo

– Ni siquiera tú puedes creerte eso

– ¿Vas a responder mi pregunta o no?

– Pues no escuche ninguna

Mi Rebelión Donde viven las historias. Descúbrelo ahora