Debido a que el cuarto de Regina daba al jardín ella pudo escuchar una parte de la pelea entre su abuela y mamá, no lo verdaderamente importante como que Mauricio le había sido infiel, sino como su abuela le marcaba una y otra vez sus errores.
– ¡Si tu matrimonio es un fracaso es porque tú no haces un esfuerzo!
– ¿Qué no hago un esfuerzo dices? — levanta la pala — ¡Pues disculpame por no estar a la altura! No tuve un gran ejemplo de matrimonio en mi casa ¿Se te olvida que mi papá te abandonó?
– Eres una...
– ¿¡Una qué!? — se acerca — ¡A ver dilo! Así tendré una excusa para golpearte con esta pala
– Estás desequilibrada — niega retrocediendo unos cuantos pasos
– Y no tienes idea de cuanto, así que no me provoques porque hoy soy capaz de absolutamente todo
– Estás mal — acusa — Muy mal Mónica
– Mejor largate y llevate lo que sea que trajiste, jamás le pondría a mi hija lo que traes ¡Es horrible!
– ¡Mide tus palabras!
– Lo haré, cuando tú lo hagas — sonríe — Por favor vete de mi casa
– Es casa de Mauricio también
– ¿De Mauricio dices? — ríe clavando la pala en la tierra — ¡Por favor! Si la casa la compre yo ¿Todas las remodelaciones? ¡Las pagué yo! Es mi puta casa, mis malditos muebles, todo es mío, así que puedo echarte cuando a mí se me dé la gana — señala la salida — Así que por favor, caminando
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– Jamás pensé escuchar a la señora hablar así — murmura Natalia
– Ahora sí que paso alto grave — cruza los brazos
– Voy a ir por la bolsa que trajo, porque ya la oíste — ríe — ¡No quiere nada!
– Esconde tu alegría Natalia — niega — Hoy pudieron pelear pero quien sabe mañana
– Ay, la señora es bien rencorosa ¿De verdad piensas que mañana se le va a olvidar?
– Angie
La voz de Regina hizo que ambas se sobresaltaran, en especial Natalia que acababa de llamar a su Patrona rencorosa, fue en ese instante que decidió ir por la bolsa para evitar dar explicaciones.
– ¿Necesita algo señorita?
– ¿Sabes que le ocurrió a mi mamá? Porque se le acaba de safar la ferretería completa
– Usted sabe que no se lleva bien con su abuela... Tal vez la hizo enojar
– Si pero... Nunca amenazó darle con la pala
– No sé señorita, usted debería de preguntarle
– ¿Yo? ¡Ni loca! Al menos no hasta que suelte esa cosa
Ambas fueron interrumpidas por la voz de Mónica al pedirle a Natalia que fuera por unas maletas al deposito, esto alertó a las dos mujeres para ir a la sala y averiguar que planeaba.
