Amuleto.

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Dos Meses Después

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Dos Meses Después.


La campaña de Mauricio había comenzado, iniciaron con charlas en puntos claves como barrios desfavorecidos y luego a la juventud, hoy mismo estaban en la antigua universidad de Mauricio y Mónica; quien estaba ansiosa por escuchar formalmente el discurso que había escrito para su marido, se había esmerado y con la ayuda de Regina pues no lo hizo aburrido. Con todo esto de trabajar juntos, que se le tuviera encuentra y demás las cosas se equilibraron, mucho tenía que ver la terapia de parejas también, sin embargo Mónica no había cambiado de opinión.

Él podría portarse de lo más lindo ahora porque la necesitaba pero las cosas podrían cambiar de la noche a la mañana, así que no se confiaba pero decidió seguirle el juego de esposa atenta y cooperadora, seguía sin ser amorosa ya que no se sentía cómoda. Por otro lado su relación con Regina era todo lo contrario, ya no peleaban tanto y se toleraban más, de hecho logro lo que hace tantas semanas le había costado, sentarse y hablar sobre su futuro. Fue un poco difícil aceptar que su hija quisiera una carrera artística pero se obligó a mantener la boca cerrada pues esta era la primera vez que ella le presentaba una opción real de lo que haría con su vida.






– Lo hiciste excelente Mauricio — lo alaba su asesor

– Gracias Eduardo pero es todo mérito de mi esposa — la abraza por la cintura — Ese discurso mantuvo interesados a los alumnos

– Es verdad Mónica, fue un discurso excepcional, bueno — junta las manos — ¿Nos vamos? En la cede están esperándonos

– Ya te alcanzamos, quisiera hablar algo contigo antes Mauricio — pide

– Claro, dile al chófer que nos acerque el coche por favor

– Por supuesto, con permiso

– ¿Pasa algo?

– Si... No quiero ir a la cede — hace una mueca

– ¿Por qué? ¿Te sientes mal?

– Estoy algo cansada, fuimos de barrio en barrio y finalizamos aquí, quisiera ir a casa

– Mi amor, es que es importante que estés ahí

– Lo sé... Pero es que estoy agotada

– Te proponga algo — la toma por los hombros — Vamos, saludas y luego yo te disculpo, así vas a casa pero al menos pon presencia por favor, eres una de mis asesoras, querrán verte ahí

– De acuerdo, iré un rato pero no me quedaré para cenar

– Perfecto, sólo dales el gusto, responde sus dudas y luego le digo al chófer que te lleve a casa — besa su mejilla — Además de aquí a la cede es un camino algo largo, podrás descansar un rato, llevas mucho tiempo de pie

– No, mientras tú subias a las tarimas yo estaba sentada — camina a su lado — Eduardo me consiguió una silla todas las veces

– Menos mal, se lo pedí porque en tu estado no es bueno que te estés esforzando demasiado y hoy caminamos largos tramos

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