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– ¡Señora! Que bueno que ya este de regreso — sonrío Angie cuando la camioneta entró a la propiedad — Me alegra mucho verla llegar tan bien
– A mí también me alegra verte Angie — sonrió leve — Pero eso de "llegar" ojalá fuera por mi propio pie
– Pronto — dice Dante — Ahora dame la mano para que te pueda ayudar a salir de la camioneta
– No quiero que me cargues — advierte
– Claro que te voy a cargar, te dijeron reposo, no vas a caminar hasta adentro
– De hecho, no quiero desayunar dentro de la casa — le da la mano — Angie ¿Será que pueden pasar el desayuno al jardín? Necesito aire fresco
– Por supuesto señora, ahorita mismo le pido a Natalia que me ayude, con permiso — camina de regreso a la casa
– ¿Se lo pediste para que no te viera quejarte de dolor o en verdad quieres desayunar fuera?
– Ambas cosas — suspira y sale de la camioneta con su ayuda — Mierda...
– Apóyate en mi, ya lo hablamos, dolerá menos si lo haces
– Todo me duele así que gran diferencia no hace — se queja bajo
– Pienso que es mejor idea llevarte directo a la cama
– No... En verdad quiero estar afuera antes de encerrarme de nuevo, por favor
– Bien — se agacha lo suficiente para poder tomarla en brazos sin infringirle más daño — Si mal no recuerdo... Por ese camino de allá se llega al jardín ¿Estás bien?
– Ujum... Dolió un poquito pero tú dale, entre más rápido mejor
– No te quiero hacer daño caminando rápido — va por el camino que antes mencionó
– Cumpliste — murmura luego de unos segundos en silencio — ¿Pero no crees que son demasiados guardias?
– De hecho estoy pensando en traer más, no voy a permitir que a ustedes les ocurra algo
– Dante más guardias y van a pensar que aquí tengo metido a un narco o al presidente
– Mejor, así no se les pasa por la cabeza intentar hacerte daño — la sienta en la silla — Listo ¿Te lastime?
– No — sonríe — Relájate, estoy algo magullada pero no soy de cristal, aguanto
– Lo dice la que trae puesta una muñequera — toma asiento a su lado
– Se me pudo quebrar el hueso pero no, así que ahí tienes otra prueba de que no me vas a romper por sentarme
– Aún así, lo que menos deseo es hacerte daño Mónica