¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Como era de esperarse, la rata sarnoza del ex de Ivonne, le termino mordiendo la mano a Hanna, aunque no entendí porqué en lugar de darle un buen putazo prefirió taparle la boca, obviamente ese imbécil la iba a morder, al final lo dejamos ahí amarrado y nos regresamos a la cabaña las cuatro para poder curarle la herida.
– Te vas a tener que vacunar eh — advierte Ivonne
– No estamos para chistecitos eh — dice Ale mientras le curaba la mano
– Les dije que era un idiota ¿O no les dije?
– ¿Y entonces por qué te casaste con él? — alza la voz cruzada de brazos desde su rincón
– Porque Samuel me dejó y apareció este cabrón y yo estaba sola y al principio estaba bien — busca la botella de Tequila — Estaba bien, hasta que un día nos peleamos por una pendejada y me mandó al hospital. Con la muñeca rota, la retina desprendida y además, me convenció que había sido mi culpa porque yo no podía controlar mis emociones. Pues si, no puedo, no puedo pero no era mi culpa y me mando a una puta clínica y aquí estoy
– ¿Y cómo chingados supo dónde estabas?
– Pues porque era mi esposo, porque sabía todo, porque sabía todo de ustedes, sabía todo de la casa, sabía todo de Marcela ¿Ves por qué no lo podía dejar? Porque él no me iba a dejar en paz a mi, tenía que haberlo matado cuando pude
Se armo un buen silencio entre todas nosotras, Ivonne bebía y yo trataba de no sentir tanto enojo por ella después de escuchar esto, aunque claro me estaba costando, lo que sí nos sorprendió fue lo que Hanna dijo a continuación.
– Pero todavía lo podemos matar... Digo
– Tenemos que buscar una solución real porque matar a una persona no es opción ¿Verdad Hanna? — la voltea a ver Ale
– A ver, vamos a ver — hace una pausa — Vamos a pensar un poquito porque no estamos pensando
– No
– Okay, perfecto tenemos que hacer algo con este cabrón porque o sino va a seguir chingando a Ivonne y también a nosotras, porque no sé si sabías pero podemos llegar a caer en la cárcel por esto
– Pero ella tiene razón, este es mi problema y ustedes no tienen porqué hacer nada — interviene
– No pero no tenemos para qué matarle. O sea, a ver, podemos dejarlo ahí que se lo coma un bicho o que se deshidrate, no sé
– ¡Hanna! ¡No mames!
– ¿Qué? ¡Hay que pensar las cosas!
– ¿Pensar qué?
– ¡Tenemos que pensar en algo!
– ¿Quieres dejar a alguien que se muera, que se deshidrate, que se le infecte la herida? ¿Qué clase de personas crees que somos? — pierde la cabeza