Podría hacerlo", sonrió. "Buen trabajo. Nos vemos en la cueva esta tarde."
"Gracias, Neil", dijo Todd, todavía sonriendo. "Te veré".
Más tarde esa misma tarde, Neil cargó una pantalla de lámpara maltrecha por el bosque hacia la cueva.
"Perdón por llegar tarde", resopló mientras se apresuraba a entrar. Los otros miembros de la Sociedad de Poetas Muertos se sentaron en el suelo alrededor de Charlie, que estaba sentado con las piernas cruzadas y en silencio ante ellos, con los ojos cerrados. En una mano sostenía un viejo saxofón.
"Mira esto", dijo Neil.
"¿Qué es?" -Preguntó Meeks.
"Duh-uh, es una pantalla de lámpara, Meeks", dijo Pitts.
Neil quitó la pantalla, sacó el cordón y reveló una pequeña estatua pintada. "Es el dios de la cueva", Neil sonrió ampliamente.
"Duh-uh, Pitts", respondió Meeks.
Neil colocó la estatua, que tenía una estaca saliendo de su cabeza, en el suelo. Colocó una vela en la hoguera y la encendió. La vela iluminaba a un baterista rojo y azul, con el rostro desgastado por la exposición, pero noble. Todd, que obviamente se sentía aliviado por el éxito del día, se puso juguetonamente la pantalla de la lámpara en la cabeza.
Charlie se aclaró la garganta ruidosamente. Los chicos se volvieron hacia él y se acomodaron. "Caballeros", dijo, "'Poetrusic' de Charles Dalton".
Charles soltó un chorro de sonidos aleatorios y estridentes.
