"Lo siento", susurró Knox, mientras se dejaba caer en el sofá. Se reclinó, agarrando su vaso medio lleno y tomó un largo trago del amargo bourbon. Parecía arder menos ahora mientras se deslizaba por su garganta.
Miró a su alrededor, aflojándose del efecto del alcohol. A su izquierda había una pareja enredada que sonaba como una bestia gigante jadeante. A su derecha había otro par que parecía haberse hundido en el sofá. Knox quería levantarse, pero se dio cuenta de que la pareja con la que había tropezado ahora estaba rodando contra sus espinillas, inmovilizándolo en su lugar. Miró a su alrededor y casi se rió. Bueno, también puedo ponerme cómodo, se dijo. De todos modos, los cuerpos que lo rodeaban estaban demasiado ocupados para notarlo.
La música se detuvo y el sonido de una respiración agitada llenó la habitación. Esto suena como una sala de respiración artificial, pensó Knox
