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El auto de Kento se estaciona frente a la misma casa color amarilla en la que nos hemos estacionado muchas veces antes y es que cuando la puerta de esta se abre mostrando a aquel Niño de cabello negro y revoltoso junto a aquellos dos perros a nosotros nos parece de lo más normal, en los asientos traseros Yuuji se apresura a tomar todas sus cosas, se cuelga la mochila en el hombro, toma su almohada favorita y la coloca debajo de su brazo, en la otra toma la bolsa de plástico llena de las golosinas que él mismo ha escogido en la tienda de conveniencia y cuánto parece estar listo asoma medio cuerpo entre los asientos delanteros para poder hablarnos.
— Me voy — nos anuncia a su padre y a mi, el niño besa mi mejilla sonoramente y abraza a cómo puede a su padre. Se ha vuelto una costumbre que cada último fin de semana del mes Yuuji vaya a casa de Megumi para hacer pijamadas. — No me extrañen.
— No puedo prometerte eso — le respondo besando su mejilla, mis manos viajan hasta su cabeza para despeinar su cabello haciéndolo soltar una risa — Pórtate bien, agradécele a la mamá de megumi por cuidarlos a ambos y no se duerman tan tarde ¿ok?
— Está bien — dice sin quejarse, Yuuji deja de asomarse de entre los asiento y por fin baja del auto.
El niño corre hasta la puerta de la casa en donde su amigo le espera, yo bajo el vidrio de mi puerta para saludar con la mano a Megumi quien me responde de la misma forma y hace una reverencia educada para mí desde su lugar, es un Niño que ha sido criado de excelente forma, es muy educado incluso puedo decir que es más educado que Yuuji y eso que Yuuji era un niño bien educado pero había algo más en Megumi que hacía que le ganara a Yuuji en ese sentido, los perros no se abalanzan sobre ninguno de los dos, se mantienen en su lugar calmados y con la cola de ambos meneándose de un lado a otro y entonces vemos cómo comienzan a entrar.
Me quedo mirando en esa dirección fijamente, incluso cuando ellos hacen esto muy seguido aún así no puedo evitar sentir algo de miedo por dejar a Yuuji en una casa que no es la nuestra, me siento un poco ansiosa de saber que él no estará en su habitación está noche y aunque sé que está en buenas manos y que nunca ha pasado algo malo cuando él se queda a dormir aquí sigo sintiéndome de esta forma tan ansiosa. Antes de que la puerta se cierre por completo y yo deje de verlo a ambos el Niño se asoma por última vez, alza la mano por sobre el aire y la mueve de lado a lado en forma de despedida y entonces desde ahí grita.
—¡Adiós mamá, adiós papá!— exclama con esa sonrisa suya tan bonita y dulce que tiene para por fin cerrar la puerta de una vez por todas.
Y también cada que él me llama "mamá" sigo sintiendo la misma sensación que hace que mi corazón de un vuelco y todo dentro de mi se sienta diferente, incluso cuando ya ha pasado más de ocho meses, incluso cuando ya me he graduado, incluso cuando solo estamos a un par de meses de que la boda de mis sueños se realice, incluso cuando estoy a punto de ser por fin la esposa y madre que tanto desee aún sigo sintiendo todo aquello como si fuera la primera vez. El hombre a mi lado puede leer en mi cara lo que estoy pensando y lo que estoy sintiendo porque coloca su mano en mi muslo en donde deja un pequeño apretón que me hace salir de aquel pequeño trance.
