End: Daylight.

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[ 10 años después. ]

Existen horas del día en donde soy extremadamente feliz, no es como si en las demás no lo fuera, pero hay unas en específico en donde soy más feliz que nada y es cuando la alarma del reloj suena anunciando que mi día comienza, durante las seis en punto hasta las ocho y treinta es cuando me tomo el tiempo de mirar lo que tengo y sentirme así de feliz.

Soy la primera en salir de la cama, es como si mis emociones no me permitieran ni un poco el querer seguir durmiendo con la idea de que estaría desperdiciando aquellas horas que tanto amaba. Me coloco mi bata por sobre mi pijama, me amarro mi cabello en una coleta alta y observo en dirección a la cama viendo aquel cuerpo que aún descansa sobre ella, sigo sin creer que todos mis días inician así, con él durmiendo a mi lado, con sus cosas en la habitación, en nuestra habitación en donde las paredes están llenas de fotos, en donde nuestra ropa está guardada en un grandioso armario que él mismo diseño, en donde hay pruebas de que este lugar nos pertenece a ambos y que será así por mucho más tiempo.

Por fin salgo de la habitación, el pasillo en silencio me recibe con un poco de la brisa fresca que aún podías sentir en primavera, tiemblo un poco desviando la mirada hacia la derecha en donde puedo ver dos puertas más, en una de ellas puedes leer el nombre de quien la habita, es un viejo letrero hecho a mano que ha comenzado a perder el color y a oxidarse pero el dueño se niega a tirarlo, dice que seguirá ahí hasta que se rompa por completo, dice que es un recuerdo de cómo el tiempo ha pasado para todos y que a pesar de todo las cosas siguen siendo iguales y hasta mejor, la otra habitación solo tiene algunas pegatinas de estrellas que brillan en la oscuridad, le he dicho que puede decorarla como quiera pero parece que no necesita hacerlo, es como si aún no estuviera en esa etapa de rayar paredes y de cierto modo agradecía por eso.

Casi como si supiera que estoy ahí parada observando la puerta de su habitación esta se abre lentamente mostrando una figura que arrastra los pies y viste aquella pijama de dinosaurio.

— Buenos días, mamá — pronuncia tallando sus ojos y soltando un pequeño bostezo antes de caminar en mi dirección, sostiene su toalla en su mano, durante las mañanas siempre está letárgico, es como si a penas su cerebro y el resto de su cuerpo entendieran que la hora de dormir ha terminado y que deberá ir a la escuela — Quiero hot cakes para desayunar, por favor.

Se acerca a mi, enreda sus brazos en mi cintura y apoya su cabeza en mi pecho, yo le correspondo el abrazo y apoyo mi mentón sobre su cabellera revuelta, su calidez me llena por completo, la forma en la que parece no querer soltarme hace que mi corazón se haga pequeño y cuando beso su frente antes de separarnos me sonríe en grande. Sus mejillas rosadas, la altura que ha ganado con los años, aquellas pecas en su rostro, sigue siendo el mismo, ante mis ojos él siempre será aquel niño parlachin que vi en mi puerta aquel día y al que decidí amar desde ese momento, será mi bebé incluso si ha cumplido dieciséis, incluso si ahora ya no suele seguirme a todas partes para que le abrazara porque ha entendido que no me iré de su vida.

— Vamos — le apresuro colocando mi mano en su espalda y comenzando a caminar junto a él por el pasillo — Debes llegar temprano para entrenar ¿no?

— Me arrepiento de haber entrado al equipo de béisbol — se queja Yuuji estirando sus brazos hacia el cielo, un poco más y en un par de años tocaría el techo de la casa si seguía creciendo de esa forma, me sobrepasaba por un par de centímetros así que cada vez que me abrazaba tenía que agacharse un poco para que pudiera alcanzarle — Lo único bueno es que él tío Satoru es quien paga todo ¿no?

Suelto una risa negando. Yuuji es talentoso, de pies a cabeza, por donde lo vieras había crecido para ser el mejor en lo que sea que él quisiera, ya fuera académicamente o en cualquier deporte, durante el resto de la primaria practico fútbol pero le aburrió, gano algunos torneos y se retiró cuando se enteró que las nacionales serían hasta Nagoya y que tendría que pasar casi una semana fuera de casa, le dio miedo y renunció, el entrenador casi nos rogó a Kento y a mi que convenciéramos a Yuuji de que volviera al equipo para él ya había comenzado a jugar tenis. Durante secundaria salto de natación a voleibol, cualquier cosa que lo mantuviera ocupado servía y ahora en su primer año de preparatoria había sido influenciado por Satoru para practicar béisbol diciéndole que le compraría todo lo que él quisiera con tal de cumplirle aquel sueño a su tío.

daylight ── ❛NANAMI KENTO; JUJUTSU KAISENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora