ANTONETT
Volviendo al castillo con mi nuevo anillo pensando en una increíble excusa para decirles a mis padres hasta que veo de lejos la carroza de mi abuela Tita.
Ella y mi hermana son los únicos ángeles en este castillo.
Me adentro al sótano justo a tiempo en donde abren la puerta y veo como baja mi madre para decirme que terminó mi castigo y que mi abuela me estaba esperando.
Tuve que fingir tristeza al principio, pero al escuchar que mi abuela me esperaba toda mascara desapareció y me sacudí el vestido para salir corriendo al encuentro de mi abuela con mi madre gritándome de que no corra por el castillo.
La vi y la abrace con todas mis fuerzas, últimamente nos estábamos viendo poco y eso hace que cada vez que nos veamos sea como si hubieran pasado milenios.
—Mira como estas de hermosa —me hace dar una vuelta sobre mi lugar —toda una princesa.
Ella ya sabe la situación familiar y las condiciones en la que me tienes, por eso algunas veces se le ocurre la grandiosa idea de llevarme unos meses a su casa con la excusa de enseñarme algunos modales y etiquetas que, según ella, mis padres todavía no me han inculcado.
Siempre con ella un momento aburrido y triste no existe, por lo menos cuando estoy con ella.
—Me la quiero llevar.
—Adelante —dice mi madre.
Con el corazón en la boca de tanta felicidad abrazo fuerte a mi abuela y subo para prepararme equipaje, encontrándome en el camino a mi hermana con un rostro decaído.
—¿Qué te sucede Gloriosa?
—¿Por qué la abuela Tita te quiere más a ti que a mí?
Tal vez porque ella ve algo en mí que en ti no hay.
—No se sabe Gloriosa, eso siempre será un misterio —se pone más triste —pero no te preocupes por eso, mejor piensa que pronto será tu coronación.
Con solo nombrarle eso, su rostro se compone con una sonrisa otra vez y yo le doy una palmada en el hombro para irme a mi habitación.
A veces y solo a veces el pensar que ella tendrá el trono y yo no solo por mi color de piel me pone triste, pero luego recuerdo de todas las responsabilidades de las que me salvo y se me esfuma esa tristeza.
Con mi equipaje ya hecho y un mayordomo llevándolo al carruaje de la abuela, me dispongo a bajar ya bañada y lista para salir de ese lugar.
—¿Lista?
—Más que lista.
Nos despedimos de mi madre y padre y emprendimos marcha al pequeño pero acogedor palacio de mi abuela, no queda muy lejos, pero si lo suficiente como para respirar en paz de este horrible castillo.
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ANTONETT
Roman d'amour¿Qué pasaría sino supieras diferenciar entre un ángel y un demonio? ☠️❤️